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No creyó acabar tan rápido, claro, saltándose las comidas... pero bueno, estaba muy inspirado en ese entonces que hacía ese artefacto que a su jefe le había, como él había expresado, "enculado".

Para cuando la noche cayó, el salió de su laboratorio y, con artefacto en mano, se dirigió al despacho del demonio que decía ser su jefe.
En el camino, no escucho ruido alguno, lo cual le extrañó. Es decir, vive con un demonio, un oso y una chica desquiciada. Esa mansión no se caracterizaba por su tranquilidad. Un pequeño presentimiento se hizo de él y supo que algo no andaba del todo bien.

Trató de no darle tanta importancia, pero una voz en su bolsa le seguía advirtiendo.

Siguió su recorrido hasta llegar a estar frente a aquella gran puerta color caoba con bordes rojo vivo. Escuchó voces dentro, gritos, chillidos, risas...

Tocó tres veces la madera y escuchó ese permiso por parte de su jefe que necesitaba para entrar. Entonces vio que allí estaban los tres habitantes de la mansión, aunque la verdad, contaban como quince cada uno de ellos.

-Je-efecito. -llamó Flug, caminando hacia su escritorio, donde estaba él, en su silla y con la chica en su regazo y esta abrazandole por el cuello, muy cariñosa.

Pero era de esperar que el demonio ni caso le hiciera y haya tratado de quitarsela de todos los modos posibles. Claro, con 5.0.5. como espectador, sin que pudiese ayudar a alguno de los dos.

-¡Flug! -llamó el demonio, feliz de verle- hazme el favor y ¡quitame a esta escuincla de encima! -cambió su expresión a una frustrada.

-¡atrévete Flug! -amenazó Demencia.

Y el científico retrocedió un paso, con miedo de ambos.

-¿qué tienes allí, Flug? -preguntó con curiosidad su jefe, viendo el artefacto en forma de pistola

-oh, a-ah... es el rayo que a-a usted le gustó. -respondio, alzando la pistola.

-¿gustarme? -rió con sarcasmo.- ¿Cómo eso me puede gustar?

Un nudo se hizo en su ser, pensando que una broma le había jugado, cuando recordó la palabra exacta que había ocupado.

-le-e encu-uló. -se corrigió.

-¡magnífico! -exclamó, colocándose de pie y, de paso, tirando a Demencia al suelo.

Ignorando los quejidos de la chica, se aproximó a donde el científico estaba y estiró su mano, pidiendo el artefacto. Flug se extrañó por tal acción, pero no dijo nada. Solo sonrió bajo su máscara y le dio el rayo.

-¿funciona? -preguntó Black Hat, examinando el artefacto en sus manos.

-digamelo usted. -contestó- pruebelo. No hay riesgo de que falle. -dijo, orgulloso.

Entonces, el demonio sonrió con malicia y ajustó el tiempo de perdida a 12 horas. Entonces se giró hacia su escritorio, donde estaba la chica, recostada sobre este y alzando y bajando sus cejas con picardía.

-Demencia ¿qué almorzaste hoy? -preguntó el demonio.

-¡la lazaña de Flug! -respondió sin vergüenza alguna.

Lo cual molestó a Flug, es decir ¿quién no lo estaría luego de que te quitaran tu comida favorita? Pero ella no lo notó. No notó que tenía impotencia a lo que ella hiciera. Después de todo, no mostró nada con su máscara. Pero el jefe supo lo que causó.

-ya no más. -habló calmado, alzando el arma y apuntando a la chica.

-¿amor? ¿qué haces? -preguntó Demencia, ladeando la cabeza antes de que el rayo impactara en su frente y dejara sus ojos en blanco, empujandola hacia atrás, haciendo que cayese de la mesa.

-¡De-emencia! -exclamó alertado el científico, aproximándose a ella junto al animal a socorrerla.

Mientras le ayudaban a incorporar su tembloroso cuerpo, el demonio reía. No fue hasta que la chica se sentó en el escritorio y comenzó a maldecir todo o aquello que le causó eso.

-Demencia -llamó el demonio.

-¿sí, amorcito?

-¿qué almorzaste hoy? -preguntó nuevamente.

-¿almorzar? -ladeo la cabeza, confundida.- ¿¡ya pasó el almuerzo!? ¿¡ME LO PERDÍ!? -preguntó alertada

-perfecto. -sonrió Black Hat, para luego girarse hacia Flug.- felicidades, doctor.

-no es nada, señor. -murmuró, con vergüenza.

Y es que no podía mostrarse muy orgulloso. Esa reacción se la habían quitado luego de... ¿cuánto? ¿cientos de inventos fallidos? Perdió la cuenta, y el orgullo.

-ve y descansa, Flug. -le palmeo la espalda.

Sin mediar alguna otra palabra, el científico se retiró del despacho. Con pasos pesados se dirigió a su habitación, dando lo último del día. No lo soportaba más, fue muy cansado y sin descanso alguno.

Vaya día.

Llegó a su habitación y al haber cerrado la puerta tras de sí, se tiró a su cama, boca abajo y sin haberse quitado la bolsa

¡oh dios! ¡cuanta comodidad!

Cerró lentamente los ojos, queriendo caer en los brazos de Morfeo.

Pero su estómago no estaba dispuesto a dejarlo dormir sin haberlo alimentando. Gruño con fuerza, gruño, vibro, causandole al científico hacerse bolita en su colchón. ¡Maldición! ¡Ahora no tenía que comer ni las ganas para levantarse!

Supo disimular su hambre en aquel despacho. Pero ahora ya no. Necesitaba alimentarse si quería dormir.

Entonces, escuchó el golpeteo en su puerta. Suspiró y con esfuerzo se levantó y a la puerta se acercó y esta abrió. Solo para encontrarse a la chica de rosados y verdes cabellos, con un plato en sus manos, dejando ver ese exquisito platillo italiano.

-¿Qué es eso?

-lazaña ¡DUH! -le respondió la joven con obviedad.- Black Hat me obligó a preparartelo, aun no entiendo porqué. -comentó eso último confundida.

-espera ¿tú la hiciste? -preguntó sorprendido.

-mmm sí y no -respondió dudosa.

-¿cómo así? -preguntó curioso y confundido.

-el jefe me obligó, pero al ver que empecé terrible, me mando a la chingada y lo hizo él -explicó.- yo solo le di apoyó moral.

Eso hizo reír al de la bolsa, pero bajo esta, un sonrojo adornaba sus mejillas.

-muchas gracias. -dijo, tomando el plato entre sus manos.

Al entrar a su habitación, se sentó en su cama, con el plato frente a él. Examinó el platillo y solo llegó a una conclusión: se veía exquisito. Sonrió y la bolsa se quitó finalmente, luego de dos días.
Suspiró con alivio para luego tomar el tenedor con un trozo de lazaña para luego llevarlo hacia su boca y deleitarse con tal sabor.

Y cada bocado disfrutó hasta quedarse satisfecho y el plato vacío. Su estómago calló y finalmente se dejo caer en la cama y se sintió en el mismo paraíso.

Cerró lentamente sus ojos y finalmente se dejó caer en el mundo de los sueños, con una sonrisa que no fue tapada y quedando a la vista de aquel espectro en su ventana.

CONTINUARÁ

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