Bienvenida

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André

Bendito día, creo que era el peor día de mi vida, mis padres habían estado discutiendo toda la maldita mañana realmente no sabía porqué y nunca me entrometía en sus problemas, ya eran personas adultas y aunque parecían más unos niños yo no podía hacer nada.

Mi hermana pequeña, Aria, se había escondido en su cuarto no le gustaba escuchar las peleas que tenían nuestros padres pero bueno a quien si le gustaban. Yo toda mi vida había tenido que lidiar con esto y ya me había acostumbrado pero lo que más me dolía era ver a mi hermanita así. Yo siempre la había protegido y daría mi vida por ella. Desde que nació y la vi por primera vez sabía que yo sería su guardián y no dejaría que nadie le hiciera daño, primero muerto. Le ganaba por 9 años, mis padres pensaban no tener más hijos, les bastaba conmigo. Hasta que nació Aria, se arrepintieron de haber pensado eso. Bueno al verla todos se enamoraban de ella, tenia ojos grandes color verde y su cabello era negro, su tez era blanca y tenía pecas por encima de su nariz, era hermosa.

Entre a su cuarto a buscarla y cuando la encontré con sus ojos llenos de lagrimas la abrace y le di un beso en la frente diciéndole que no pasaba nada, que eran unos tontos pero que yo siempre estaría aquí con ella. Ella me abrazo y me dio un beso en la mejilla.

Mis padres habían dejado de discutir. Salí de la casa y me dirigí a la escuela, llevaba puestos unos jeans, una playera color rojo con unos converse. El camión estaba esperándome afuera de mi casa. Mi novia estaba ahí, le di un beso y la tome de la mano. Me preguntó si todo estaba bien y yo asentí con la cabeza.

Cuando llegamos a la escuela vi como Vanessa corría, era muy extraña pero me encantaba molestarla era fácil hacerla enojar y a mí me hacía reír así que lo seguirá haciendo. Camine rápido volteando hacia atrás y diciéndole a Britney que tenía que hacer algo. Ella no dijo nada, así que solo corrí.

Camine por el pasillo y la observe, sacaba rápidamente sus libros como si de eso dependiera su vida, supuse que no se quería encontrar conmigo. Camine sin hacer ruido y me puse a lado de su casillero donde la puerta me tapaba. Cuando ella cerró la puerta y me vio se puso pálida y pego un brinco, alcance a escuchar sus palpitaciones, no me había dado cuenta pero si era linda, me gustaba sus ojos verdes.

Tenía que decirle lo que más odiaba, su apodo preferido. Se lo dije y me dijo que era un estúpido. Me había sorprendido, nunca me hablaba ni si quiera para defenderse. En fin no sé porque perdía mi tiempo molestándola, nunca se arreglaba ni hacia un intento de verse bien. No era lo que yo buscaba, por ahora no.

En el transcurso del día había estado pensando en mis padres, no entendía porque se llevaban tan mal. Sentí como algo vibraba en mi bolsa del pantalón. Mi celular parpadeaba. Era mi madre.

-Hola... ¿mamá?-dije un poco preocupado. Mis padres nunca me marcaban cuando estaba en clase, debía de ser algo importante -pensé.

-Hijo...tengo que hablar contigo es importante. Trague saliva. -Hace unas semanas me había estado sintiendo mal así que fui al hospital para que me checaran...-¿Y? -pregunte desesperado. Tengo cáncer-dijo finalmente. Cáncer. Esas palabras retumbaban en mi cabeza, como era posible eso, tenía que ser broma. No. Era una broma, tenía que serlo.

-Hijo.

-¡No mamá! Dime que es una broma ¡Dímelo! -grite desesperado. Sentí como las lágrimas se deslizaban por mi cabeza. Porque, porque me tenía que estar pasando esto. Bastante era con que mis padres se odiaran y nos hicieran sufrir a mí y a mi hermana.

Ella ya no respondió, solo se escuchaba como lloraba por el otro lado de la línea. -Mamá, no te preocupes, todo se va a solucionar. Tú te vas a curar-dije al fin.

Enamorada de mi peor pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora