Capítulo III: Dos voces y un recuerdo

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«Grita»

...

«Grita»

...

«Grita»

La casa en el medio del bosque la atraía como un imán forzando al otro a su encuentro, no se paró a preguntar qué estaba sucediendo, qué hacía en medio del bosque cuando hacía segundos se encontraba plácidamente acostada en la seguridad de su cama.

Tampoco se preguntó qué hacía descalza, ni siquiera cuando el frío luchaba por atravesar su fino pijama, y la tierra y ramas se incrustaban en sus pies. Tiritaba, pero apenas fue consciente de ello, toda su atención parecía ser absorbida por la ruinosa casa que se alzaba ante ella de forma majestuosa.

Enorme y poderosa, destilaba cierto aire de poder y tragedia que hizo que avanzara hacia ella sin preguntarse nada más que qué contenía su interior. Su corazón repiqueteaba contra su pecho en una danza antigua y oscura, subió un escalón, luego el otro hasta encontrarse frente a la vieja puerta de madera.

Esta se encontraba semiabierta, como si los miembros de la casa hubieran salido y se hubieran olvidado cerrarla tras su partida. Como si algo los hubiera forzado a huir.

Su mano tocó la madera envejecida por los años, de repente, los gritos angustiosos hicieron que apretara los ojos, podía oír el fuego crepitar y alaridos de auxilio, llantos, toses, sintió en su pecho una opresión de muerte y dolor.

Traición.

La palabra flameó como las llamas que habían destruido a aquella casa, las voces se convirtieron en cenizas como la que llenaba gran parte del suelo de la entrada.

Traición.

La palabra regresó fuertemente a su mente, algo horrible había sucedido allí, podía sentirlo de una forma que la asustaba. Lo sabía, lo sabía como quien sabía que el sol salía por las mañanas y se ocultaba por las noches.

Su mano empujó la puerta, a pesar del creciente miedo y de la advertencia de que no debía entrar. El crujir de la puerta le produjo escalofríos, era similar al que hacían los huesos al romperse.

Ella conocía ese sonido demasiado bien.

Tragó saliva, no dejando que el miedo la dominara, la curiosidad y una oscura y poderosa atracción se encontraban aún allí, indomable, salvaje, irrefrenable. Su corazón palpitaba ante la expectativa de ver su interior.

No podía detenerse ni aunque quisiera, y una parte de ella se dio cuenta de que no quería hacerlo.

El piso de madera parecía húmedo a sus pies, las paredes estaban descoloridas, quizás en el pasado habían sido verdes, aunque no estaba del todo segura ya que manchas negras ocultaban gran parte de lo que quedaba. El fuego, se recordó, el incendio.

Pero no entendía de dónde era que sacaba esa información, ella nunca había estado en esa casa. ¿Cierto?

Siguió observando, un sillón destruido se encontraba en un rincón, la casa parecía tener bastantes cosas para haber sido destruida, muebles, cuadros, mesas, una televisión vieja, como si...

Abrió los ojos como plato.

Como si alguien estuviera aún allí.

Pensó en la familia, supo que allí había vivido una familia, pero como con la casa, no sabía de dónde había venido ese conocimiento.

Grita | Teen Wolf #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora