Doble Oscuridad

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Katie estaba cubierta de sangre. El bonito vestido azul que había comprado para el baile de graduación parecía marrón por la mezcla de colores, y su pelo castaño se le pegaba a la cara. Sintió el áspero tacto del asfalto contra sus pies descalzos. «Pero qué he hecho…», seguía conmocionada y no paraba de mover la mano con la que sujetaba el martillo. «Las he matado…por dios, las he matado.»

Estaba delante de su casa, sola y asustada. «Soy un monstruo.» Pero una voz aguda retumbó en su cabeza, la misma que siempre le decía que hiciera cosas malas «Se lo merecían, ellas se lo merecía, igual que se lo merecen todos.»

Recordaba sólo detalles de lo ocurrido. Su madre diciéndole que parecía una puta vestida así, el martillo en su mano, y como de pronto estaba sobre ella pegándola sin parar. La sangre de su madre manchó su vestido y las paredes, y trozos de hueso y cerebro se esparcieron por todo el salón. «Ella te insultó, se lo buscó, tu sólo hiciste lo que tenías que hacer», esa voz no dejaba de susurrarle cosas. Tenía algo que le aterraba pero a la vez le resultaba demasiado familiar. Recordó también como su hermana Linda entró en la casa y presenció parte de la escena. Katie fue a por ella y le asestó tal golpe que su cráneo se partió en mil pedazos.

Pero ahora debía hacer algo más grande. «Es lo que hay que hacer, y lo sabes.» Sonrió, se dio cuenta que aquella voz era la suya propia. Soltó el martillo y cogió un bidón de gasolina y una caja de cerillas del trastero.

Tenía que ir al baile de graduación aquella noche. Y quemarlo todo.

Vació el bidón repartiéndolo por toda la sala de baile. Esperó y esperó, escondida en un rincón. Cuando todos sus compañeros entraron con promesas de una noche inolvidable, encendió una cerilla.

Y, aceptando su propia locura, incendió todo con una sonrisa malévola en sus labios.

El Sótano MalditoWhere stories live. Discover now