Capítulo 13

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Dominik hizo girar a la dama en sincronía de las demás parejas sin demasiada entusiasmo. Si era sincero con él mismo debía admitir que deseaba a Lady Lowelace en lugar de esa señorita. En demasiadas ocasiones sintió el impulso de acercarse a su prometida y arrancarla de los brazos de esos nobles que la miraban como un bocadillo y ella ni se daba por enterada. Hacia un par de canciones le había perdido la pista, a ella, su hermano y a inseparable amiga, esperaba que estuviera con alguno de ellos, no quería ni pensar que ese cretino Lord Essex pudiera estar cerca de ella. Lo había visto llegar no hacía mucho y no pudo evitar sonreír al ver su labio evidentemente herido y el moretón en su pómulo derecho.

Ejecutó la reverencia final agradeciendo que aquello terminara, no deseaba ver una sonrisa más de parte de la muchacha, comenzaba a asustarlo que pudiera sonreír tanto en un intervalo tan corto.

Suspiro verdaderamente agotado, las miradas indiscretas y habladurías por lo sucedido en el teatro aún no cesaban y a eso debía agregarle su día desastroso. Sin pensarlo mucho más buscó refugio en uno de los puntos del salón que le pareció más solitario, las telas y la enorme base que servían de adorno, lo ayudarían a pasar desapercibido.

Charlotte miró sorprendida al dueño de esa mano suave y varonil que apartó la lágrima con delicadeza. Era consciente que la situación no era apropiada, más si tomaba en cuenta las atenciones de Lord Hereford para con su amiga Sophia.

-Perdone el atrevimiento pero nunca se debe dejar a una dama llorar- él vizconde le sonrió haciendo que sus ojos plata destellaran en lo que le pareció un gesto honesto y sin intenciones indecorosas ocultas.

-Tiene cinco segundo para apartar su mano si desea conservarla- la tan conocida voz de su futuro esposo irrumpió en el momento logrando que su corazón dejara de latir congelando la sangre de todo su cuerpo.

El vizconde obediente quitó su mano de la mejilla repentinamente helada de la joven y dio media vuelta para encararlo. No es que tuviera interés especial por esa dama o alguna otra, pero sin duda no toleraba que alguien hiciera llorar a una mujer, no después de lo vivido con su madre.

-Si me permite explicar puedo aclarar el malentendido Milord- dijo colocándose frente a ella en actitud protectora.

-Deseo hablar a solas con mi prometida- dijo enfatizando las últimas dos palabras -hágame el favor de retirarse- podía que el marques apostar que más que molesto estaba celoso, pero no se movería si no aclaraban antes el asunto.

-No, hasta que me escuche- aseveró con voz neutra.

-Milord- se notaba que hacía un esfuerzo enorme por mantenerse tranquilo -Creí que estaba interesado en Lady Browning, debería ir a buscarla.

-Lady Browning es solo una buena amiga, a quien he tenido en bien ayudar- confesó sin moverse de su puesto. Quizá desviando la atención del tema lograría apaciguar los ánimos del marqués.

-Apártese Milord- Ladró acercándose más él en posición amenazante. Al parecer solo había logrado alterarlo más.

-Ella estaba sola y llorando mientras usted bailaba con otra ¿Tiene derecho acaso de reclamar?- le dijo sin retroceder un paso antes de marcharse, obteniendo en respuesta un gruñido primitivo.

Charlotte observó la escena paralizada. Lord Granby parecía apuntó de saltar sobre el vizconde y con cada palabra se alteraba un poco más. No estaba al tanto de lo que sucedía entre Lord Hereford y Sophia, no habían tenido ocasión de hablar sobre el asunto con su amiga así como tampoco escucho las palabras dichas por él vizconde antes de retirarse.

Su prometido posó sus ojos en ella lo que le pareció una eternidad, su frente poseía unas marcadas líneas y su mandíbula estaba tensa, al igual que su actitud, evidenciando su enojo.

Complicando al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora