Capítulo 4: Información.

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El varón se encontraba en el salón de su apartamento sosteniendo en sus manos aquel extraño papel que contenía ese mensaje

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El varón se encontraba en el salón de su apartamento sosteniendo en sus manos aquel extraño papel que contenía ese mensaje. Observó la hoja varias veces, también miró por la parte de atrás por si podría contener algún tipo de nombre, pero no. Totalmente anónimo. No se imaginaba quién pudo escribir algo así, ni con qué intención. ¿Acaso Kyle no era quién decía ser? ¿Qué ocultaba?

El muchacho se llevó los dedos a su mentón curioso de quién había podido advertirle de aquello. Al principio sospechó de Scarlett, pero la chica no pudo ser ya que lo había estado ayudando a entrenar.

El misterioso cuervo aún seguía apoyado en el marco de la ventana y no dejaba de observar al chico. La lluvia comenzó a empeorar, y las gotas entraban al piso con fuerza. Nathan no quería que el animal se empapase así que se dirigió a la ventana y lo invitó a pasar. El cuervo se sacudió el plumaje para quitarse el mojado de la lluvia. Acto seguido, voló y aterrizó en la pequeña mesita del salón, donde el joven había dejado el papel. Miró al pequeño con curiosidad. El animal comenzó a dar pequeñas vueltas alrededor de la mesita, como si insinuara algo al joven que no pudo comprender.

Como el muchacho aún llevaba la toalla enroscada por su cintura, le hizo una seña al cuervo para que no se moviera de mientras él se vestía. El cuervo se quedó completamente quieto, parecía haberle obedecido.

Una vez se puso la ropa de estar por casa, volvió a pasos largos y se sentó en el sofá. Era la primera vez que intentaba comunicarse con aquel curioso animal.

 —Tengo la extraña certeza de que me entiendes a la perfección —comentó—. He oído hablar de que los cuervos son muy inteligentes, pero el hecho de que tú puedas entenderme, me parece fuera de lo normal —recordó la primera vez que vio al cuervo. Aquella vez en la que se posó en la ventana de su habitación y no le asustó su presencia. Como si el animal le hubiese elegido por alguna extraña razón—. ¿Por qué yo...? —murmuró observándolo.

El animal comenzó a dar pequeñas vueltas por la mesa. Parecía indicarle algo. Con una de sus pequeñas patas agarró el papel, con su pico mordió la hoja y se colocó en una posición en la que el animal le mostraba la carta al muchacho. Nathan quedó bastante sorprendido, incluso soltó una pequeña risa ante lo que veían sus ojos. El animal le estaba insinuando que investigase aquello antes de que fuese demasiado tarde.

—¿Qué es lo que eres, amigo? —alzó su mano con delicadeza y acarició su cabeza—. Eres realmente sorprendente. Vamos a jugar a un pequeño juego: quiero que me respondas cuando te pregunte si la frase de la carta es realmente cierta, sino es cierta, no trasmitas nada —pasados unos cuantos segundos preguntó—. ¿Es la frase de la carta realmente cierta?

El cuervo graznó y el joven sonrió.

—Eso ha sido muy fácil. Si graznas dos veces es no, si lo haces una, es sí. Así que, atento: ¿Natsuki, el súcubo que es amiguita de Scarlett, tiene la necesidad de matarme?

Ángeles despiadados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora