Capítulo 36.

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El día estaba más frío de lo normal, varios de mis amigos llevaban abrigos que parecían peluche y otros tan solo con un fino suéter. Cubrí más mi cuerpo con mi cálido abrigo y empujé la puerta de salida con mi mano. El cielo estaba oscuro y estaba segura de que muy pronto llovería.

El día iba acorde con mi estado de ánimo, triste y deprimente. Dos mujeres, ya van dos mujeres que salen de su habitación en medio de la noche. Han pasado ya tres días desde que me cambié de habitación y eso él lo ha aprovechado para meter cuanta mujer le de la gana en su habitación. Y acepto que dije que podía hacer lo que él quisiera, pero duele y es algo que no puedo evitar. Él está consciente de mis noches de llanto y mis desvelos, él está consciente de lo que siento.

Camino por el estacionamiento para poder salir de la Universidad e irme con los mastodontes pero un grito me detiene abruptamente.

—¡Lauren!

Giro mi cuello y me encuentro a Andy que viene corriendo hacia mi, hace mucho que no lo veía y realmente me hacía falta, aunque no quiere decir que no he olvidado lo que me hizo.
Desde el beso entre Castiel y yo en el club no he tenido noticias de su paradero, de si estaba muerto o vivo. Estar con él es algo que realmente me hace falta, las muestras de cariño hacia mi y su buen humor. La manera en que hace ver las cosas tan fáciles.

Pero aún así me debe una explicación.

Me doy la vuelta completamente y espero hasta que llegue a mi lado.

—Lauren.– Consigue decir jadeante.—Yo...ehm, ¿Podemos hablar?– Pide y suplica a la vez.

Desvío la mirada y suspiro.

—Está bien ¿Qué es?– Él asiente y mete sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—¿Te parece si vamos a una cafetería que está aquí cerca?– Pregunta.

Iría, de no ser por los mastodontes lo haría pero...¡A la mierda! Soy La Diabla tengo tanto poderío como Castiel, ellos no tendrán que objetar nada. Con un dedo le indico que me espere, camino hacia donde está el auto de los mastodontes y ruedo los ojos al verlos en la misma posición de siempre. Se ierguen en cuanto me ven dirigirme a ellos, sé de antemano que aunque les diga que no le informe a Castiel lo harán, pero eso es algo que me tiene sin cuidado.

—Jefa.– Dice Charles abriendo la puerta de atrás del auto.

Alzo una mano para pararlo.

—No iré a la mansión, estaré con un amigo.

—Pero...

—Pero nada, no creo que se atrevan a desafiar una orden mía.– Los dos niegan y bajan la cabeza. No me gusta hablarles así, pero es algo necesario.

—No jefa.– Dicen.

—Está bien chicos, los llamaré si necesito algo. Pueden irse.– Sin esperar una respuesta suya me giré y caminé hacia Andy.

Cuando llegué a su lado ni siquiera le pregunté a donde iríamos ni tampoco lo miré, tan solo lo seguí hasta su auto.
Los días en la universidad habían sido y son un martirio, aunque no haya visto a Mike el medio aún sigue en mi. No ha dado la cara por lo que hizo y eso sólo aumenta la rabia en mi, saber que el que me hizo un mal sea el chico al que le tenía un gran cariño me destroza por dentro. Jamás pensé que Mike pudiera destruirme de esa manera, que siquiera pudiera lastimarme, pero así son las personas, te pintan una cara que no es.

Miro a través de la ventana del Toyota Hilux, mi vida ha cambiado tanto que un cambio más sería insignificante. Lo que un día fueron sonrisas y alegrías, ahora son lágrimas y temores, los golpes que físicamente puedan darme "ellos" no se comparan a lo rota que me han dejado por dentro, no se compara a lo que ahora me han convertido. Y duele. Duele saber que lo que un día fuiste ahora sólo queda un triste y deprimente recuerdo.

NarcotraficanteWhere stories live. Discover now