Capítulo 5: La Eutanasia, La Guerra y la Pobreza

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 La bendición del Señor fue tan impactante que por un momento perdí el conocimiento. Al despertar sentí una paz muy reconfortante. Parece que dormí por mucho tiempo, pero el Ángel de la Vida estuvo a mi lado cuando desperté, seguro velando mi descanso después de esas visiones tan dolorosas.

Nos encontrábamos en algún lugar en medio de la montaña, se veían árboles, vegetación densa y una belleza natural inigualable. La sensación de paz y la calma del bosque eran todo un alivio para mi espíritu adolorido.

—Hay otras maneras con las que se está acabando con la vida de los hijos de Dios —me indicó ella con voz suave. La eutanasia es una de esas formas, en las que se disfraza de "muerte digna" algo que es, en realidad, un asesinato.

—Nunca he comprendido ese tema. ¿Qué pasa si una persona tiene una enfermedad muy grave y solo sobrevive porque está pegada a una máquina, pero ya no puede expresar sus sentimientos?

—Solo Dios sabe lo que cada una de esas personas vive en su agonía —respondió ella con seguridad—. Muchas veces este momento de agonía, de horas, días, meses o años, es lo que la persona necesita para comunicarse con el Señor, conocerlo, como nunca antes hizo, y pedirle su misericordia. Muchas otras veces la persona está luchando de manera muy valiente contra la enfermedad, porque tiene metas y proyectos que no ha terminado.

—Pero no es justo sufrir tanto... —respondí.

—Es necesario que la humanidad comprenda que el sufrimiento de una enfermedad no debe verse como un castigo sino como un tiempo de expiación, un tiempo para reconciliarse con Jesucristo. Ciertamente el dolor y la enfermedad no son situaciones agradables, pero cuando hay esperanza en una vida de gozo después de la muerte, ese tránsito se hace más sencillo de soportar, poniendo todo en manos de Nuestro Señor, y haciéndose acompañar de María Santísima.

—¿Y cómo sabemos hasta cuando una persona que está postrada en una cama de hospital debe continuar conectada a las máquinas? ¿Cuándo sabemos que ha llegado su momento de morir?

—Los médicos que defienden la vida han recibido del Espíritu Santo un don muy especial para entender estos temas tan delicados. Lo que sí te puedo decir con toda claridad es que nunca se le pueden quitar los servicios básicos de sobrevivencia a las personas que se encuentran en agonía. Es decir, oxígeno, tratamientos médicos, alimentación, apoyo cardíaco, etc., son esenciales para mantener la vida. Si alguien toma la decisión de retirarlos es cómplice de la muerte de esa persona; por eso, debe dejarse llegar hasta su fallecimiento en forma natural.

—¿Qué sucede cuando hay que hacer una maniobra de resucitación del corazón o darle aire a la persona?

—Eso es parte de la sabiduría que Dios ha otorgado a cada médico y persona a la que le dio el don de cuidar la salud de los demás. En ocasiones la maniobra asegura la vida de las personas para seguir luchando contra su enfermedad o un accidente, por ejemplo; en otros casos el médico podría determinar que ese es el momento de la muerte natural de una persona y decide no realizar la técnica para no generar un sufrimiento innecesario a un agonizante que ya no se va a recuperar. Queda claro que en este caso no se le ha negado la atención de sus necesidades básicas.

El ángel se incorporó de pronto y me llamó para que la acompañará detrás de un árbol que tenía un tronco muy grueso, tanto que quedaba escondido por completo de la vista del sendero que pasaba por ahí cerca.

Apenas llegamos pasó una estampida de personas corriendo asustadas. Estas personas parecían pueblerinos o trabajadores de campos o de fábricas. Yo no había podido comprender de qué se trataba la situación.

El Ángel de la VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora