21. Enamorado

44.3K 4.7K 485
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Estaba enojada pero yo estaba feliz, saberla celosa y tan alterada por aquellos ridículos comentarios de alumnas con las hormonas aceleradas me hacía sentir muy bien. Dejé que se fuera, necesitaba calmarse y estos días la habían afectado tanto como a mí. Intentábamos mantener la distancia de nuevo, pero era imposible... y ridículo.

—¿Qué pasó con Ámbar? —entró mamama y preguntando confundida. Le conté lo sucedido y ella sonrió sentándose relajada en la silla enfrente del escritorio—. ¿Qué piensas hacer? El semestre está por terminar, una vez que deje de ser tu asistente ustedes... podrían ser... más que amigos...

—Mamama, ya te dije que no es así... ¿Qué es lo que tengo yo para darle? Soy un tipo roto, solitario... lastimado. Ella es joven, ama su libertad... merece vivir, volar... encontrar un chico de su edad que la quiera, la respete, la valore —suspiré.

—Hablas como si tuvieras setenta años. Tienes sólo seis años más que ella, eso no es nada. Hacen una pareja fantástica, incluso creo que las hermanas ya están organizando la boda. —Me eché a reír.

—¿Boda, yo?, pareciera que no me conocen... No nací para eso... —bufé negando.

—¿Cuándo vas a aceptar que Ámbar te tiene loco de amor, Mariano? ¿Cuándo vas a aceptar que el amor puede sanar muchas heridas, que puede hacerte mejor persona y devolverte las ganas de sonreír como de hecho lo vienes haciendo desde que estás cerca de ella?

—No niego que Ámbar me hace sentir bien... pero el amor es algo que va mucho más allá de eso... —refuté.

—No seas tonto, el verdadero amor no toca a nuestra puerta todos los días, debes saber verlo e identificarlo. No la pierdas por pensamientos egoístas y mezquinos, Mariano. No le cierres la puerta a la felicidad.

—¿Egoístas y mezquinos? Si justamente lo que hago es pensar en ella y en que no quiero que sufra a mi lado. ¿A eso llamas pensamiento egoísta? —interrumpí molesto.

—Lo que no quieres es sufrir, estás pensando en ti mismo y en el sufrimiento que te puede causar entregar tu corazón a alguien, hacerte vulnerable para alguien. Amar implica entregarnos, darle a la otra persona la posibilidad de hacernos felices pero también la capacidad de rompernos el corazón. Tú lo sabes y lo quieres evitar, no quieres sufrir más y lo entiendo. Sé que has sufrido ya bastante, pero negarte al amor es sufrir de igual manera...

Con los ojos del alma ©Where stories live. Discover now