capitulo 76

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Sábado. Un buen día para no hacer nada y que mi mente siga torturándome. Que el dolor de las pérdidas me carcoma un poco más y le encuentre menos sentido a mi vida conforme avanzan las horas.

Tirada en la cama del hotel pasando los canales una y otra vez sin siquiera poner mente en cada uno de ellos. Ver por la ventana y tener las ganas casi imparables de lanzarse de este décimo segundo piso, pero sé que en el infierno arderé sin poder cambiar una sola cosa de mi existencia. La puerta suena y sé que es el desayuno.

-Está abierto- murmuro monótona arrastrando la voz y casi parezco ebria.

La puerta se abre y entra un chico de ojos azules, cabello castaño claro sonriente con una mesa rodante hacia mi cama.

-Buenos días, señorita- dice muy animoso.

-¿Qué tienen de buenos, Stiff?- dejo apuntar con el control hacia el televison dejándo caer mi brazo sobre la cama de casi dos metros.

-Me llamo Zachary, señorita- ríe.

Me suspendo en el aire al escuchar su nombre, lo miro inmediatamente y mi pulso se acelera a mil por minuto, una corriente eléctrica recorre mi columna vertebral y sonrío sin tener idea porqué.

-¿Zachary?...H-Hola- parpadeo un par de veces y lo examino con la mirada de arriba hacia abajo.

-Sí. Le traje su desayuno, no ha comido nada desde la mañana de ayer- destapa la comida y me muestra unos pancakes y los rocía con miel de maple.

-No tengo apetito- hago un puchero hacia la comida. Me entra un asco inmediato imaginandome todo eso en mi boca. 

-Los huéspedes se han quejado un poco de gritos provenientes de esta suite. ¿tiene algún problema?- frunce el ceño y ladea su cabeza. Lo miro serena y creo que es patético lo que estoy a punto de hacer pero no hay más palos para ahorcarse.

-¿Tienes tiempo, Zac?

-¿Disculpe?- parpadea un par de veces confuso.

-Que si tienes tiempo y oídos...

-Los tengo, señorita- hace un gesto y sonríe amable y exageradamente. Pestañea más de lo normal, pero no le pongo atención.

-Dime Jane...-miro alrededor de la cama y suspiro antes de hablar- ¿Quieres sentarte?- palmeo un lado de la cama.

-Si usted así lo desea- se sienta a unos buenos centímetros de mí, un metro tal vez, sus piernas están más juntas de lo normal, como si intentara mantener una compostura correcta.

-¿Te has enamorado alguna vez?- me acerco a él esperando su respuesta.

-Sí- bufa- ¿Quién no?

-¿Alguna vez has matado?- mi voz se apaga al darme cuenta de lo estúpida que suena esa pregunta.

-No. Ni Dios lo quiera- su expresión se congela y se persina. Yo ruedo mis ojos.

-¿Qué harías para sanar una herida del corazón?...una ajena, quiero decir.

-Lo mismo que se hace en una real...Darle tiempo y cuidado. Nada sana de un segundo a otro, debes dejar que cicatrice, pero asegurarte que no se infecte...ya sabe, tratar de limpiarla aunque arda para que cierre más rápido.

-Tú sí que sabes de amor, Zachary- bufo y me siento a su lado mirando los pancakes.

-¿No va a comer?- señala el plato.

-Sólo si me acompañas...Estoy muy sola- froto mi rostro y cuando abro los ojos me encuentro con la cara exageradamente sonriente del chico. 

Miro hacia abajo y hay dos platos vacíos: uno frente a mí y otro frente a él.

Mala JaneWhere stories live. Discover now