Capítulo 2

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El tiempo pareció que se había congelado. Nunca había visto unos ojos tan similares a los míos en otra persona, era como si tuvieran los mismos detalles en ellos, lo cual era obviamente: imposible. Sin embargo, sus ojos mostraban vida a diferencia de como seguramente lo hacían los míos. Aunque debían ser ideas mías mezcladas con exageraciones, probablemente solo hasta ese momento nunca había buscado semejantes similitudes en los ojos de otra persona. Realmente no estaba seguro de cuándo fue la última vez que me había detenido tanto a examinar los ojos de otra persona, hasta que ella había parpadeado varias veces develando una clara intriga y me di cuenta que mi organismo no había funcionado más que para pensar en demasía.

—Lo lamento. ¿Estás bien? ¿No te hizo nada? —pregunté entre palabras atropelladas mientras la levantaba, dejando de pensar tanto y actuando más. Realmente era pequeña, me llegaba un poco más abajo del hombro.

Ella solo asintió.

—Perdóname por dejarte sola Gabriella. En serio lo siento, nunca más pasará —interrumpió Camille al borde de las lágrimas y emanando todo su arrepentimiento por los poros si era posible.

—No te preocupes, ya estoy bien. Llegaste a tiempo y eso es lo que importa —respondió la pequeña con una voz muy suave y baja. Mientras mostraba una sonrisa de lo más sincera a su prima.

Eso me sorprendió. Hace dos segundos estaba aterrada y no podía creer que aquellas palabras hayan salido de ella con tanta sinceridad como la que denotaba su sonrisa. La naturalidad reflejada hasta sus ojos como si realmente todo hubiera ido a dar al pasado de mucho tiempo, algo completamente superado. Y lo hacía denotar en todas las partes de su cuerpo a excepción de sus manos que aún estaban levemente tiritonas, que solo alguien tan detallista como yo podía apreciar. No podía ser así, era algo que me negaba a creer y no fui el único que no lo creía:

—No es suficiente —susurró con culpabilidad la chica de enfermería tomando la mano tiritona de la chica y apretándola con fuerza—. Vamos, hay un grupo en el cual podemos estar —le comentó antes de alzar la vista para mirarme, yo solo asentí para seguir caminando si lo que buscaba era mi aprobación.

Caminamos hasta el grupo donde recién chocamos con Johan.

—¿Qué rayos fue eso? Están bien deduzco, con la presencia de Denand —preguntó para responderse solo mi querido amigo.

—Sí, están bien. Pero no tan solo por mí, la pequeña hizo lo suyo un poco antes —comenté apuntando a la tal Gabriella, quizás de una forma un poco peyorativa que no debí ocupar a ver como cambiaba su forma de mirarme, fue como si su ojos dejaran de brillar y volvió a enfocarlos al piso.

—Que bueno que tu reacción fue oportuna —agregó Camille, queriendo volver a agredecer por lo ocurrido, pero fue interrumpida por mi a tiempo.

—Ya pasó, hice lo que cualquiera —finalicé con modestia y esperando no ahondar más en el tema. Era incómodo para mi y la pequeña Gabriella.

El tiempo pasó algo más rápido en medio de la fiesta nuevamente. Camille y Johan en lo suyo. Un par de chicos más haciendo bufonerías delante de un par de chicas, aunque estas solo reían coquetas murmurandose cosas al oído entre ellas. Mientras la pequeña chica se mantenía levemente al margen, mirando, pensando en lo suyo probablemente, lo único que podía yo preguntarme era: ¿qué se estaría preguntando? quizás se echaba la culpa de lo anterior en alguna circunstancia que no pude apreciar. Iba acercarme a preguntarle sobre ello, cuando una de las chicas coquetas se me acercó.

—Hey tú, ven con nosotras —mencionó con una sonrisa nerviosa al igual que su voz, jalando confianzuda de mi brazo.

Bastó mirarla un poco para notar que ya estaba media ebria y por eso se movía tambaleante y con poca timidez. No puede evitar pensar ante esta última reflexión, que quizás eso era lo que le faltaba a la pequeña, perder algo esa timidez percibible a kilómetros,  aunque no le sugeriría precisamente el alcohol para ello. Evitando enfrentarme a cualquier problema sentimental de la chica debido al alcohol, como ponerse lloriquear por cualquier tontería, acepté su invitación y la seguí con una sonrisa bien fingida que me salvó de se incómodo momento.

Hilados por las venas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora