Capítulo 16: Todo lo que quiero por Navidad eres tú

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Tras la excursión a Aspen, Christopher, extrañamente, dejó de molestarme. Puede que se debiera al hecho de que Christian no se separaba de mí, o puede que Christopher estuviera planeando algo. Fuese lo que fuese, estaba extrañamente relajada.

O puede que no, ya que Christian me estaba dando quebraderos de cabeza también. El día antes de que nos fuéramos a casa para celebrar la Navidad, ambos estábamos en su habitación, que, por deseo personal, no compartía con nadie. Nos estábamos besando, como hacíamos antes, en otra ciudad, en otra vida. Pero esta vez, él quería ir más allá. Y yo no lo dejé. No me lo echó en cara, pero yo sabía que él se daba cuenta de que algo raro me pasaba.

Pero todos estos líos quedaron apartados durante una temporada, ya que casi había llegado la Navidad. En todas las navidades que recordaba, mi madre organizaba una gran fiesta en nuestro apartamento de Park Avenue, iba a patinar sobre hielo con mi padre a Rockerfeller Center, hacía las compras navideñas en Barney’s, veía “Love Actually, “Mujercitas” y “Pesadilla antes de Navidad” con Greta, mi antigua niñera austríaca y actual ama de llaves/criada/gobernanta/cocinera en casa de mi padre…

Pero este año las cosas habían cambiado, y por eso, este año las navidades las pasaría en casa de mi abuela Michelle, donde me hartaría de comer muñecos de jengibre, pudin de frambuesa y manzanas con caramelo. Lo único que se repetiría este año sería que vería todas estas películas, pero esta vez sin Greta, a la que adoraba. De todas maneras, estaba contenta, porque además de estar nosotras, iban a venir Joe y Johnny a celebrarlo a nuestra casa.

Y por fin llegó el día más esperado, uno de mis días favoritos del año. Joe y Johnny ya habían llegado, y mientras mi abuela ultimaba los detalles de la cena, el resto poníamos la mesa. Y fue en ese momento cuando sonó el timbre de la puerta, sobresaltándome.

-          ¿Quién puede ser a estar horas? Son casi las siete. – dije.

-          Lena cariño, ¿podrías abrir la puerta? – me pidió mi madre mientras terminaba de colocar la vajilla.

-          De acuerdo, ya voy.

Y fui a abrir la puerta, y mi sorpresa fue mayúscula cuando me encontré de frente con las dos personas que menos esperaba encontrar allí:

-          ¿Papá? ¿Greta? ¿Qué hacéis aquí?

-          Mi pequeña mädchen – me dijo Greta mientras me abrazaba. – Estás preciosa.

Cuando Greta se apartó, mi padre se acercó para darme un abrazo, que le correspondí. Estaba algo mejor que la última vez que lo había visto.

Mi madre se acercó hacia mi padre y Greta, a los que saludó muy alegre. Yo la miré sin comprender nada.

-          Cariño, tu madre nos llamó para que viniéramos aquí a celebrar la Navidad. – se apresuró a explicar mi padre.

-          Sabía que echarías de menos a papá y a Greta, y por eso les pedí que vinieran a celebrar la Navidad con nosotras. ¿Te parece bien? – añadió mi madre.

-          Me parece estupendo mamá – le dije mientras le abrazaba.

Mi padre y Greta fueron a las habitaciones de arriba a dejar sus maletas, y cuando bajaron, todos nos sentamos a la mesa y empezamos a disfrutar de la maravillosa comida de mi abuela. Los aperitivos eran de caviar, salmón, alcachofas, queso brie. Mi abuela había conseguido marisco para poder hacer bullabesa, el primer plato de la noche y uno de los favoritos de mi madre y de Joe.

De segundo, había hecho filet mignon con salsa de arándanos, plato favorito de mi padre y mío. De tercero, jamón asado con patatas asadas y salsa de la carne. Y de postre, tomamos tarta sacher (la tarta de chocolate especialidad de Greta), pastel de queso y arándanos y pudin de manzana, la especialidad de mi madre. 

St. Peter CollegeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora