CAPITULO 30: Ellos

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(Haley)

Estaba segura de que si Simon no hubiera llegado para romper la atmósfera que nos envolvía a Tyler y a mí, después de lo que dijo él, me hubiera desmayado. Y es que no pudimos despegar la vista el uno del otro, lo único que pasaba por mi cabeza era ir y besarlo en ese instante, pero... ¿Qué había más vergonzoso que intentar besarlo y caer de bruces al suelo? Pues nada.

Entonces volvimos los dos a la realidad, y al parecer a Tyler no le había sucedido lo mismo que a mí, ya que volvió a la naturalidad sin siquiera parecer algo afectado. Y yo por mi parte fingí lo mismo, porque, ¿qué más podía hacer? Ahora estaba sentada en el césped mientras veía a Simon calentando y a Tyler observándolo.

Ver a Tyler ayudando a Simon era como ver a una hormiga levantando un elefante. Totalmente imposible y a la vez fuera de las leyes de la naturaleza. Aunque claro, no era que lo ayudara directamente, sino que yo tenía que ir haciendo lo que Tyler me decía.

—Música y un silbato, con eso estamos bien —fue la primera orden de Tyler, y por supuesto tuve que ir a hablar con su madre para que me lo consiguiera, mientras que Simon me miraba interrogante.

Al ya tenerlos lo miré, y el chico de cabellos rubios estaba con Simon, corriendo a su lado, mientras seguía examinándolo. Parecía realmente un experto, como Whitey.

—Pon la música al máximo volumen, luego haz sonar el silbato a su lado mientras le gritas en su oreja —este notó mi rostro desconcertado, a lo que volcó los ojos—. Solo hazlo, luego te explico, va a funcionar.

Algo avergonzada coloqué la música sin responder a la mirada de Simon, diciéndole un simple:

—Ya, vas a ver.

Este, por su parte, no respondió, esperaba ver qué se me había ocurrido.

La música comenzó a sonar, conecté a la radio y subí el volumen lo más fuerte que pude. La canción era I love it y sonaba bastante bien, por lo que la dejé.

—Ahora acércate a Simon —otra orden de Tyler, estupendo.

Hice lo que me pidió, con el silbato colgado en mi cuello. Noté que Simon me estaba hablando, pero no le escuchaba nada.

—¿Qué?

Le eché un vistazo a Tyler, que estaba riendo como un niño.

—¡¿Por qué la música?! —me gritó Simon, acercándose más a mí—. ¡No puedo concentrarme!

—Ese es el punto —le respondí. Él me hizo señas que no escuchaba.

Maldito Tyler. ¿Cómo quería que le diera las órdenes con la música haciendo explotar mi oído?

—Toca el silbato y haz que comience a tirarte el balón —me asusté al sentir a Tyler justo detrás de mi nuca—, la idea es que se sienta en un partido.

¡Eso lo explicaba! Tyler necesitaba crear un ambiente de estadio, que hasta llegaba a ser más ruidoso que la música que se escuchaba. No respondí a Tyler y caminé hacia Simon, que seguía ahí parado esperando saber qué hacer.

—Primero vamos a practicar pases —tuve que acercarme al igual que Tyler conmigo, a lo que noté como Simon dio un paso hacia atrás por mi proximidad.

Solté una carcajada.

—¿Listo? —este asintió con la cabeza, y algo torpe tomó el balón.

Yo me eché hacia atrás y este me lo lanzó, aunque al parecer quizá estaba viendo doble, ya que cayó al otro lado de donde me encontraba.

Mi Ángel Guardián I : La verdad dueleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora