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  — Eres... Eres el chico de mis sueños —  Espetó JongDae. 

  — ¿Q-qué? 

 — Quiero decir... — Dijo rápidamente, buscando entre sus bolsillos y revelando una nota brillante. —Tal vez usted escribió esto... — 


Minseok tomó la nota entre sus manos, mirándola fijamente y con los labios fruncidos, dejando escapar al gato en sus manos y que el maullido acabara con aquel silencio incomodo.

  — Lo mantuvo... —susurro el dueño de la biblioteca. 

  — ¿Perdón? —JongDae estaba confundido.

¿Había conservado la nota? Ahora estaba notablemente nervioso y con el rostro de tonos rojizos. El joven apuesto que acobijo antes seguía parado frente a él.

  — Uh... No tengo la menor de idea de quien habrá escrito esta nota, lo siento.  — Minseok dijo finalizando y entregándole la pegajosa nota de vuelta al chico con los dedos temblorosos.

Aquellas palabras fueron duras para JongDae, y más aún al estar completamente seguro de que aquel chico era quien entrego la nota, el chico de sus sueños, pero todo fue una confusión.

  — Esta bien. Fue simple curiosidad, la encontré el otro día — 

Tenía una sonrisa tímida y como costumbre, pasaba su mano sobre la parte posterior de su nuca, con decepción evidente en sus palabras. — Aún así, muchas gracias — 

  — No hay p-problema— Asintió Minseok aún ruborizado y nervioso.

A JongDae le parecía una pena que aquel chico no fuera el de sus sueños. Sin en cambio, le ofreció una leve sonrisa por la manera en que dejaba salir las palabras el contrario, le era tierno. Pero tampoco negaba que aquel joven no era un niño, pero sin duda, era su tipo.

  — Tengo que volver al trabajo, hay gente que atender— 

Minseok deseaba salir de aquel lugar, pero cuando escuchó la risa del contrario le pareció música para sus oídos, deprimiéndose cuando aquella melodía desapareció y fue sustituida por negaciones de cabeza.

  — No era necesario disculparte. — Sonrió — Fue un placer conocerte... —   

  — Minseok— se presentó el pequeño rápidamente — Propietario de la biblioteca y del gato salvaje

JongDae— se rió entre dientes, extendiendo su mano para un apretón de estas.

Era imposible ignorar las pequeñas chispas y el cosquilleo en sus cuerpo por aquel contacto. JongDae se sintió triste cuando retiraron sus manos, sabiendo que la conversación había llegado a su fin. Por primera vez, ambos compartieron una sonrisa y segundos después, el propietario se alejo lentamente hasta la primera planta.

  — No fue él después de todo.— afirmó bajando la vista hasta aquella nota adhesiva — ¿Qué pasó exactamente?— Con sus hombros caídos, fue hasta una estantería hasta tomar un libro cualquiera.

Se sentó sobre el sillón de la vez pasada y colocó el libro en su regazo. En tan solo instantes ya se encontraba leyendo párrafo por párrafo, pero desinteresado en lo que leía.

¿Por qué le obsesionaba encontrarlo de todos modos?

  — Concéntrate JongDae — gimoteó en voz baja y se obligó a mantenerse concentrado.

Sticky Notes And Soggy Coats | ChenMin.Where stories live. Discover now