✎ 009. «22 de agosto».

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«Viernes. 22 de agosto; 2014».

❝Llorar no es de débiles. Nacimos llorando porque es agarrar aire, sacar lo que nos duele y seguir adelante.❞

Hoy estoy triste. Eso es todo.

No suelo llorar mucho, sino que intento poder aguantar, pero siempre llega el momento en el que no puedo soportarlo más y lo largo todo.

Sé que no está mal llorar, pero cuando comienzo a hacerlo tengo la sensación de que nada ni nadie podrá detenerme. Y eso sí está mal.

Cuando lloro, lloro por todo lo que debí haber llorado y no lo hice. Tal vez por esa razón cada vez se torne más complicado parar... Además, es como si mi cabeza intentara jugarme una mala pasada, porque siempre me recuerda alguna u otra cosa que intento ignorar; pero de más estaría decir que no lo consigo.

Considero que, como dice la frase que he elegido para hoy, llorar no es de débiles. Llorar nos hace ser humanos y que seamos humanos no nos convierte en débiles todo el tiempo, ¿no? Si somos humanos, sufrimos. Y si sufrimos... en algún momento tendremos que dejarlo ir. Dejarlo ir sin que nos importe nada más. Porque en el momento de llorar nada más importa, sino que nos concentramos en el momento y derramamos nuestro corazón porque ya no puede soportar ni un segundo más.

Y eso es lo que estoy haciendo en este mismísimo momento: lloro. Lloro porque, después de todo, hay que hacerlo cada tanto. Estar triste no es algo malo, después de todo. Sería aburrido tener un día alegre tras otro, porque no reflexionas de la misma manera.

Sólo espero que estar destruida en este momento sirva para algo. Espero que me ayude a ver cosas que no fui capaz de divisar; que me ayude a mañana sonreír sin que nada tenga la capacidad de tirarme hacia abajo.

Lo espero como no tienes idea.

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«Sábado. 22 de agosto; 2015».

Kenner logra escuchar el llanto a la distancia. Mira hacia la puerta de su habitación, que se encuentra abierta, y reconociendo a su hermana suelta la libreta celeste y se levanta de inmediato dirigiéndose hacia la salida de su cuarto. Recorre el pasillo hasta llegar a la recámara de la niña, y se la encuentra sentada contra el ropero abrazando sus delgadas piernas.

—Hey... —murmura su hermano mayor, pero ella ni se inmuta.

A grandes zancadas se acerca a Georgia, y toma asiento en el suelo a su lado. Pasa un brazo sobre sus hombros y la atrae a sí, logrando que ella soltase sus piernas y dejase sus bracitos alrededor de Ken. Llora contra su camiseta, sin darle explicaciones, pero él se encarga de preguntarle si se golpeó o si se ha hecho daño; ante lo que ella niega con la cabeza de una manera apenas perceptible.

Por un momento a Kenner le pasa por la mente la idea de que se ha peleado con su hermano gemelo, como ocurre muy a menudo, ya que él suele hacerla llorar con bastante regularidad cuando no está de acuerdo con ella. Lo cierto es que están juntos la mayoría del tiempo y suelen comprenderse bastante bien, aunque tienen sus malos momentos.

Los gemelos son tranquilos si juegan por separado. No obstante, si lo hacen juntos, no hay quien los detenga. Son imparables. Kenner no comprende cómo es que nunca se agotan, es increíble la energía que tienen los dos pequeños.

—¿Pasó algo...? —pregunta, sin dejar de abrazarla, tras dejar un beso en su cabeza. Ella no contestó, pero porque estaba demasiado ocupada refregándose los ojos con la camiseta de su hermano. Una vez que termina, sus deditos sueltan la tela y se aparta apenas para poder observarlo.

Letras perdidas. © [LP 1]Where stories live. Discover now