La encontré.

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Había un niño de unos cinco o seis años llorando en una esquina, era una noche de lluvia y el pequeño estaba empapado y sucio. Estaba vestido con una camisa que en algún momento pudo haber sido verde pero que ahora era una mezcla entre el negro de la grasa y el marrón oscuro del lodo. Sus manos cubrían sus ojos, así que no se percató de la señora que cruzaba la calle y lo avistó. Muy tarde para correr, muy tarde para esconderse sus pequeños ojos subieron hasta el rostro de la señora se abrieron grandes e impactados, ella le ofreció un chocolate y él con una mano temblorosa lo aceptó...

Christopher salió de su recuerdo, tomó su chaqueta y se dirigió a esa casa, la casa de la señora que lo acogió tantos años atrás... Estaba en ruinas y él lo sabía.

Las ventanas y puertas estaban cerradas con tablas, la casa había sido quemada por un incendio provocado del cual jamás habían adjudicado a nadie la culpa. La calle era deprimente, de el lado pobre de la ciudad, había sido sino abandonada, al menos si bastante más descuidada de lo que estaba en antaño. El monte crecía en todas las aceras y el parque de en frente estaba oxidado y roto... sin un niño correteando, sin risas que lo adornasen. Todo el paisaje era gris y deprimente. 

Christopher rompió las tablas de la puerta con un empujón, estaban podridas por los años y la lluvia. El interior olía a moho y humedad, estaba oscuras. Prendió su pequeña linterna y cargo su pistola, con el dedo en el gatillo, a pesar de saber que no conseguiría a nadie. Al menos no vivo. Sabía exactamente adónde debía ir, una puerta a la izquierda, dos a la derecha y una al final del pasillo, la última era su destino. O al menos así lo creía, esa había sido su habitación. 

La puerta había desaparecido, producto del incendio y en las paredes quedaban aún los vestigios de las llamaradas que habían consumido su antigua alcoba, iban hasta el techo, largas y negras, en algunos sitios se desconchaba la pared. El olor le era bastante conocido, era el olor a putrefacción humana, bajo la vista desde la visión de las paredes hasta donde debería encontrarse su cama. 

Monique Adams, con los signos de una muerte de hacía al menos semana y media, cubierta de gusanos, moscas y las señales de cortadas que atravesaban sus brazos y la inconfundible razón de su muerte, la sonrisa de su cuello. Christopher sintió arcadas, había pensado tanto ella esos últimos días y allí estaba, muerta. Bajó su pistola y la enfundo nuevamente, tomó su celular para realizar la llamada que debió hacer antes incluso de entrar, pero algo le decía que debía encontrarla solo. Antes de salir por la puerta vió que en la mano de la niña había un papel cuidadosamente doblado y ubicado en la la palma cerrada de su mano... Lo retiró tocando sólo el papel, con cuidado de no tener ni el más mínimo roce con Monique. Lo abrió y una vez más, como con la nota anterior, se le heló la sangre: ¨Sabía que lo entenderías¨.

Salió de la habitación sin mas demoras, con el papel fuertemente apretado en su mano, tanto que hacía daño, tanto que su nudillos se veían blancos....

- Departamento de reconocimiento forense. Identifíquese y qué necesita.

- Christopher Maccio al habla. La encontré.

¿A quién encontrastó? y ¿Dónde esta?

Monique Adams. Caso 113436. Sur de Bronx. Calle 132. Está en frente de un parque. 

Vamos en seguida.... ¿Está viva?

No.

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Ok... ya sé que siempre desaparezco... y que esto es bastante corto, pero es que me quede trabada y no sabía como continuar... En fin, aquí esta. (: 

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⏰ Last updated: Apr 30, 2013 ⏰

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Asesino Perfecto.Where stories live. Discover now