1. Capítulo 2: Manjar de dioses (1ª parte)

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Mis pies estaban tensos, mi mandíbula parecía a punto de explotar por el inhumano esfuerzo que hacía en mi intento de hablar, de solicitar ayuda. Sentía mis ojos arder al permanecer tan fuertemente abiertos. Las lágrimas se acumulaban en ellos, pero, por una inexplicable magia, no había forma de que corrieran libremente por mis mejillas y aplacaran el miedo que estrujaba mi corazón. Todo en mí estaba congelado, era como una estatua siendo arrastrada, por lo que cualquier ataque físico o magia que pudiera hacer con mis manos era imposible.


—Te digo que estaré bien, papá —le había dicho a Yamato, al verlo subir, no de manera muy convencida, sobre el lomo de mi padrino.

Estábamos en una de las laderas del sector 4, luego de partir de la manada de Lu, esperando que mi padre y mi padrino se marcharan en busca de Kim. Había sido una locura explicarle a todos lo que había significado mi visión y el notable desespero en mi madre, al intentar escapar de lo que sea que pensara debía huir. Por obvias razones, los Puros me venían a la mente, sin embargo, tenía que admitir que la renuente posición de Lu me había hecho tener esperanzas de que esos seres no existieran. Al menos no en el presente.

Papá había estado tan desesperado... bien, no empezó precisamente de esa forma, él había pasado de la furia intentando y logrando, por supuesto romper algunas cosas de la cabaña. La que tan gentilmente nos habían ofrecido y que, se suponía, debíamos entregar en buen estado; lo que fue imposible, ya que no todos los días un hombre entrenado para matar arremetía con una casa de madera bastante propensa a las fracturas. Nadie intervino, así que solo esperamos a que finalmente llegara la resolución. La que llegó con él convencido de que iría por Kim y la traería de vuelta o al menos se aseguraría de estar con ella y ayudarla. Creo que aún no estaba convencido de cómo, pero no dudaba que Yamato usaría una pecera antes que dejar a su esposa —y ahora madre de su hijo...

Oh, lo había olvidado, en sus ataques también había pasado por la felicidad, la excitación, el miedo y, de nuevo, la ira, por el egoísmo de Kim al no compartir con él lo que sucedía.

Alhaster no había estado demasiado complacido con la actitud de papá y me pareció escuchar que le dijo que ya había respondido a su pregunta y que obviamente había elegido. No quise interpretar mal la situación, pero supuse que —al ver el rostro de papá y la impotencia en él— lo mejor era no cuestionar.

Al menos había llegado a esa conclusión porque una hora antes habíamos tenido una larga charla y me había hecho prometer que no intervendría de ninguna forma y que, por una vez en la vida, pensara con prudencia y esperara que él encontrara la forma de arreglar las cosas.

El hecho de que yo exigiera acompañarlo a buscar a mamá había sido demasiado para él y entonces usó la culpa para mantenerme lejos de sus planes.

—Antes confiabas en que yo solucionaría todos tus problemas, venías a mí cada que te sucedía algo. Cuando perdías un diente, cuando te golpeabas, cuándo querías aprender a nadar, cuándo pensabas que los unicornios eran reales y esperabas que yo te diera uno...

—Y me lo diste. —respondí con la voz quebrada y me recosté hasta que mi espalda quedó acunada en su pecho y uno de sus brazos rodeó mi hombro.

—No fue tan difícil colocar un cuerno falso en una bonita yegua blanca —rió y dejó un beso en mi cabello. Me encogí un poco más en sus brazos, sabiendo a dónde iba y que iba a tener que ceder—. Solo necesito que deposites una vez más en mí esa fe ciega. Quiero que me permitas ir por mamá y que tú sigas lo que sea que estemos haciendo en este mundo...

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Where stories live. Discover now