Capítulo 2

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NICK



Entré en el piso que compartía con mi ya prometida. Nada más poner un pie dentro, escuche el taconeo de sus zapatos. Resoplé, dado que tenía dolor de cabeza y odiaba que anduviese con ese tipo de calzado en casa. Rallaba el parqué y molestaba a mi y a los vecinos.



─¡Nicky, hola mi amor!─ Mi rubia siliconada se me acercó son una sonrisa en la boca, abriendo los brazos y dándome un beso en los labios.─ ¿Me has echado de menos?


─¿Qué te he dicho que hagas con los tacones, Sam?─ pregunté, apartándola de mi, mientras caminaba hacia el perchero para dejar mi chaqueta y las llaves en un bol que teníamos en una mesilla en la entrada.


─Solo quería recibirte sexy. Lo hago por ti, cielo.─ Puso pucheros como una niña pequeña y sus ojos azules brillaron. Era como una niña pequeña. Aunque en el sexo era una tigresa


─Sabes que odio que andes en tacones por casa. Además, me duele la cabeza y no quiero que se agrave. ¿Puedes quitártelos y ponerte unas zapatillas de casa o andar descalza?─ pedí de manera suave. Mi enfado no era culpa de la pobre Sam.


─Si, vale...ya lo hago.─ Se los quitó delante de mi, quedándose en su estatura. Unos 10 centímetros menos.─ ¿Mejor?─ Asentí dándole una leve sonrisa.─ He pensado que podíamos pedir pizza o comida china y ver una peli, como cuando empezamos a salir.


─Me parece bien, pero déjame ducharme y ponerme cómodo.─ Sam asintió con una sonrisa de oreja a oreja. Costaba tan poco hacerla feliz...Eso me gustaba mucho. Sin embargo, no era suficiente para enamorarme de ella a pesar de llevar 1 año y medio con ella.



Me fui al baño y abrí el agua. Me desnudé y, cuando me miré en el espejo, descubrí una cara de cansancio y pálida que podría asustar a cualquiera. El día había sido estresante y con muchas sensaciones nuevas y antiguas. El ver a Amber había removido cosas que no quería recordar.


Gemí al sentir el agua mojar mi cuerpo, desentumeciendo los músculos agarrotados. Dios, como necesitaba esto...era la mejor medicina. Cerré los ojos, mojando mi cara y mi cabeza. Estaba en la gloria. No podía pedir más en ese momento.


Cuando salí de la ducha, estaba como nuevo. Sin embargo seguía con la cabeza en otro lado. Más bien en alguien. Amber seguía despertando en mi todo lo que había intentado enterrar. Y estaba más preciosa que nunca. ¡Maldita fuera!



─¡Cielo! ¡La cena ya está aquí!─ Me vestí con un pantalón de chándal y una camiseta vieja. Bajé al salón, donde nada más entrar un olor a pizza recién hecha inundó mis fosas nasales.─ Y una cerveza bien fría para mi chico. El mejor del mundo.


─Gracias, preciosa.─ Le di un casto beso en los labios cogiendo la cerveza de su mano.─ Muy atenta.


─De nada, mi amor.─ Sam sonrió, cogiendo un trozo de pizza. La verdad era que me sorprendía el metabolismo de mi prometida. Comía tanto o más que yo y no engordaba. Y no es que comiese cosas sanas. Al contrario, le encantaba la comida basura, las cervezas...Podría ser una muñeca de Barbie en algunos sentidos, pero en ese era como un hombre hecho y derecho.



Vimos una película de miedo. No hubo muchos sustos porque era mala con ganas. Sam se puso cariñosa cuando acabó la peli. Lo malo era que yo no tenía ganas hoy. No pensaría en ella cuando estuviésemos en medio del tema y mucho menos quería volver a gemir el nombre de Amber como aquella ver con la indeseable de Amy.




─Sam, cielo. Hoy no, por favor...─ Le pedí apartándola delicadamente. No quería herirla.


─¿Qué pasa? ¿Estás malo? No sueles rechazarme.─ Me preguntó preocupada.


─No. Es solo que hoy no ha sido un buen día, así que por favor. No tengo ganas de hacer nada. Solo quiero dormir.─ Le di un beso dulce para que dejase de preocuparse. Ella asintió confundida.─ De verdad que no me pasa nada. Estoy cansado. Ha sido un día largo el de hoy.


─Vale... Pero que conste que no me gusta nada que me rechaces así. Espero que en nuestro matrimonio las cosas sean apasionadas. Como si estuviésemos al principio de todo. ¿Te acuerdas?─ Preguntó ilusionada. Claro que me acordaba. Parecíamos conejos. Sam se movía muy bien en la cama, me volvía loco.


─Por supuesto que será así.─ Sonreí quitándole hierro al asunto. No sabía lo que iba a pasar. No, ahora que me había reencontrado con Amber. Las cosas debían cambiar. No podría seguir por mucho tiempo así.





AMBER



-Nick, no te pega ser así. Lo nuestro no funcionó pero eso no significa que me tengas que hacer la vida imposible ¿Entiendes eso, no? Hice lo que me pareció correcto en ese momento. No pienses que para mí fue fácil.


-Me da igual, no me importa lo que hayamos tenido, pero odio hacer favores sin nada a cambio, y bastante que lo voy a hacer. Así que por favor, no vengas por aquí. No me apetece verte, lo que quiero es acabar esto pronto. Así que la solución es muy simple. Te aseguro que te gustará el resultado, te conozco y sé lo que te gusta. Déjame hacer mi trabajo y déjame tranquilo. Si lo haces no te trataré mal.


-Es que no te estoy dando opción a eso. Te estoy pidiendo que te vayas. -intenté parecer calmada. Aunque por dentro estaba deseando darle un par de bofetones, esperando a que reaccionase.



Tampoco pensaba que eso fuese la solución así que preferí seguir cruzada de brazos. Un hombre salió del local, no supo si acercarse o no, hasta que Nick le hizo un gesto con la mano para que viniese con nosotros. A lo mejor hablar con él le cambiaba un poco el ánimo, porque como se lo empeorase no sé que sería de mi.



-Nick tenemos que hablar ¿Puedes ir un momento dentro con nosotros? -El hombre podía tener unos cincos años más que él, no era ni tan guapo, ni iba tan bien vestido.



Maldita sea, algún día conocería a un hombre tan bueno como era Nick antes y con tan buena planta como él. Y con el tiempo me acabaría olvidando de su nombre. Ese era otro buen propósito a largo plazo, como que mi negocio triunfase, porque sabiendo todos los problemas que me tenía que enfrentar aun, acabaría sacándolo adelante.



-Ve a hablar con tu empleado si quieres. Te espero aquí. -Me dedicó una media sonrisa y acercó su boca a mi oreja.


-Cuando haya más gente delante, intenta tratarme de tú ¿Podrás hacerlo? -dijo en voz baja.



Me puse roja al momento, como le gustaba ridiculizarme. Crucé los dedos para que su empleado no nos hubiera escuchado. Al menos había tenido la sutileza de decirlo en voz baja.



-Lo haré si os vais de aquí antes de que acabe el día. -yo si lo dije en voz alta.


-¡Mira tú sabrás lo que haces! Tú te lo pierdes, estás perdiendo una oportunidad muy buena. Entre lo orgullosa y estrecha que eres, no creo que llegues muy lejos. -le pegué un bofetón fuerte.


Abrí los ojos sorprendida y miré mi mano, estaba tanto roja como algo hinchada. Seguro que me había hecho más daño que él o eso pensé, ya que al verle la marca de mi mano en su mejilla me hizo dudar.


-En un par de horas vendré, espero que esté todo despejado. Déjale la llave a Charlie cuando puedas que iré a recogerla.


Estaba furioso, solo había que ver como apretaba la mandíbula y por la mirada de desprecio que me dedicó. Si se había comportado era porque había gente y quería quedar como un caballero. Por mucho que no lo fuera.


-Muy bien. Ningún compañero con algo de criterio y gusto hará este trabajo. -me miró por última vez, luego fue a paso ligero hacia dentro.

Dulcemente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora