Capítulo 7

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Y con este capítulo llega el final de la Primera Parte de la historia. Esperamos que os guste y que lo disfruteis!! :)

            Qué dolor de cabeza…Dios mío…me iba a estallar. Era insoportable. La garganta me ardía, los ojos me pesaban y la claridad…¡Puta claridad! Estaba hecho mierdas y me lo merecía. Por haberme emborrachado. Pero ¿qué le iba a hacer? Me apetecía hacerlo. Necesitaba hacerlo para olvidar lo que había hecho. Y ahora que lo pensaba…¿Dónde había terminado? En casa de otra mujer no…por favor…

            Abrí los ojos, no sin molestias. Miré lo que había a mi alrededor. Paredes grises, muebles minimalistas negros, pantalla plana pegada a la pared…¡Mi cama! ¡Mi cuarto en la mansión de mis padres! ¡Oh, mierda! Esperaba que no se hubiesen enterado de nada y que no supiesen que estaba aquí. Por favor, Dios. Se que no soy muy creyente, pero…hazme ese favorcito, ¿si?

            -¡Oh, dios…! ¡Qué dolor de la cabeza…! Me va a estallar…-gemí dolorido en cama. Tapé mi cabeza con las sábanas.

            -¿Hijo?-abrí los ojos de golpe.-¿Hijo, estas despierto?-bajé las sábanas con cuidado, mirándola con cara de cordero degollado.-¡al fin despiertas, querido!

            -¿Cómo supiste que estaba aquí?-le pregunté curioso. Que no dijera nada malo…por favor…

            -¿Cómo? Digamos que ayer llegaste, vomitaste en una maceta, y luego te tuvimos que dar una ducha tu padre y yo. Así supe que estabas aquí.-Gemí avergonzado. Vaya espectáculo que había dado. ¡Mis padres bañándome! ¡Yo vomitando en una maceta! ¡Qué horror!-Levántate, dúchate, vístete y bajas al comedor. Tienes a tu padre contento. Y yo estoy muy decepcionada contigo, Nick. Mucho.

            -Lo siento, madre…-la miré sentándome en la cama, como un adolescente en su primera borrachera. La había liado pero bien. A ver qué mierdas les decía yo ahora…

            Me puse manos a la obra. Me duché, me vestí y bajé al comedor, en donde la comida me estaba dando arcadas. Me senté bajo la atenta mirada de mi padre. Aclaré la garganta, queriendo empezar a decir algo, pero levantó la mano frenándome. Tragué saliva ya que casi nunca hacía eso.

            -Espero que tengas una muy buena razón para que hayas llegado a casa tal y como llegaste. Porque no te has pasado por aquí en meses y de un día para otro, te presentas borracho como una cuba.-me miró serio.-¿Puedes explicarme por qué?

            -Yo…tenía un mal día y…-me mordí el labio. No sabía qué decir. No tenía excusa posible.-Lo siento, de verdad. No volverá a pasar. Lo juro.-dije totalmente enserio. No quería volver a beber en esas cantidades nunca más.

            -Más te vale. Porque entonces estaré muy decepcionado contigo, hijo.-bajé la cabeza en acuerdo con mi padre. Estaba muy avergonzado.-Ahora ve a tu piso o desayuna antes. Lo que quieras.

            -No, gracias. Me iré ya. Voy a pedir un taxi y…

            -No. Steven te llevará.-asentí sin discutir. No quería enfadar más a mis padres. Me levanté de mi asiento y, tras despedirme de mi madre con un beso en la mejilla y de mi padre con una mirada y un asentimiento, salí seguido de Steven.

            El chófer me abrió la puerta de coche para que entrase. Una vez dentro, me acomodé, poniéndonos en marcha. Miré por la ventana, aún algo molesto con la claridad. Me quedé pensando…¿qué iba decir en casa? Con Kevin no habría problema, pero…¿Y con Amber? ¿seguiría sin hablarme? Eso sería una mierda, pero yo no la podía obligar a nada…

Dulcemente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora