28

90 6 0
                                    

★★★

Rihanna

Dos meses después, Lando tuvo que volver al trabajo. Fue algo duro para ambos, yo no quería que se fuera, y él tampoco quería irse y abandonarme así, de siete meses. Me hablaría, me llamaría cada día, pero no sería lo mismo, no estaría ahí conmigo.

En cuanto a Agatha, también estaba deprimida. Nunca la había visto tan enamorada de alguien, jamás. La veía mirarlo, y a ella solo le faltaba abrirse el pecho, sacarse el corazón y entregárselo. Y Charles era más de lo mismo, estaban colados el uno por el otro, y no podía estar más feliz de verla así.

Ella y yo nos quedamos solas, Agatha me cuidaría. Obviamente, porque para eso están las amigas.

–Se siente raro sin los chicos.

–Me quiero ir detrás, te lo juro.

–Te entiendo.

–Ojalá trabajasen de algo diferente, así podríamos quedarnos pegadas a ellos…

–Pues sí… –suspiré.

Tanto ella como yo sabíamos que no podíamos salir corriendo detrás de ellos. Podríamos llamarlos siempre, pero no era lo mismo. Solo nos quedaba tener paciencia.

Lando

Vuelta al trabajo, y al coche. A Carlos ya lo tenía con la cabeza hinchada de tanto hablarle de Riri. Riri estaba en mi boca siempre, y lo mencionaba. Todos la conocían, y le tenían cariño, aunque es verdad que soy un poquito pesado. Pero la mayoría lo entendía, sabían lo que era estar locamente enamorado de alguien. Incluso estaba aprendiendo italiano gracias a ella. De hecho Carlos y yo hacíamos videollamada con ella cada que teníamos tiempo, a él también le caía genial mi chica, y se llevaban de puta madre. Carlos era el único amigo del que no desconfiaba. En las videollamadas nos enseñaba las fotos del bebé, quedaba poco para que naciera y me moría de ganas.

–Tengo unas ganas de follar… –digo yo.

–Joder, y yo –dice ella al otro lado.

–Somos tres –comenta Carlos.

–¿Follamos? –lo miro sonriendo.

–No, que luego te quejas de que por detrás duele.

–A mí no me duele.

–Hombre, de la de mierdas que te habrá metido este… –rie el español.

–Es que la tienes enorme, cómo no me va a doler –comento yo, prometo que soy 100% heterosexual. Pero cualquier hombre dudaría de sí mismo mirando a uno como Carlos.

–Luego el maricon seré yo –se ríe él.

Yo alzo las cejas y hago un gesto con las manos en mi boca, como si estuviera chupando una polla.

–POR DIOS –Carlos me empuja al oír que incluso imito el sonido.

–Joder, chicos…

–A LAS 5:12, CHICA DILE A TU NOVIO QUE SALGA DEL CLOSEEET –canturrea Carlos. No he entendido una mierda. No hablo español.

–Yo también podría hacer trios con otra mujer y no por eso sería lesbiana –Ah, que Carlos me ha llamado gay, okey.

–A ver, eso es una cosa, y otra cosa es insinuarse como se me está insinuando, corazón.

–Normal, ¿tu te has visto? –dice mi novia mirando a Carlos.

–Joder, vamos. Porque soy tío, que sino… –suelto yo.

–Ea.

–Emmm… ayuda. Por favor, socorro. A mí no me metáis en vuestros rollos de Christian Grey porque no eh –dice él como si le estuvieran apuntando con un arma de fuego.

–Tranquilo.

–Aunque es verdad, que eres de mis primeras opciones, por no decir la única, para un trío –lo miro.

–También tienes a Charles –responde Carlos.

–Sí, sobre todo Charles… –miro a Riri, riendo–, sabes que Charles está prácticamente casado, ¿no?

–Sí, con mi mejor amiga, pero tiene cara de follar bien.

–Según Agatha, no se le da del todo bien.

–Pues según la gente, yo estoy hecho un toro –suelta Carlos.

–Una cosa es lo que te dice a ti, otra lo que me dice a mí, cariño. Y sí, Carlos, tienes mucho potencial.

–’Enga, toma –Carlos me da un codazo. Zasca.

–Charles ni de coña, Carlos sí, y Daniel… aún.

–Me gusta.

–¿Daniel? ¿En serio? –la cara de Carlos es un poema–, ¿qué coño le veis?

–Los brazos, la espalda, las piernas, la sonrisa… –yo asiento, dándole la razón a mí novia. Aunque por otra parte los celos me estaban mordiendo y arañando por dentro. Pero si algo era verdad, había que aceptarlo. Ella me sonríe sin más.

–Y el narizón que me lleva.

–HABLÓ –salté a mirarlo.

–A callar.

–Bah –hace un gesto y se deja caer en el respaldo del sofá. Yo hago lo mismo.

Riri se nos queda mirando sin decir nada. Sé perfectamente en lo que está pensando. Qué sexy es esa pose. Claro. Cualquier tío que esté sentado y apoyado en la pared, de forma que está cómodamente inclinado para que su regazo sea el centro de atención… Es definitivamente una de las vistas favoritas de una mujer.

–Pues bueno…

–¿De que color es la pared, Rihanna? –pocas veces digo su nombre completo.

–... Gris –responde, sabiendo perfectamente que la pared que tenemos detrás no es gris.

Carlos levanta la cabeza del respaldo para mirar a la pantalla.

–¿Y ese colapso? –ríe. Ay, amigo. Si supieras en lo que está pensando.

–Nada, me ha dado un pinchazo.

–Rihanna, la pared es verde.

Rueda los ojos. Estuvimos hablando unas horas más los tres hasta que dijo que se iría a descansar y le colgamos.

–Llámame loco, pero nos estaba mirando a los dos de una forma un poco… –me mira Carlos.

–Lo sé.

–¿No te perturba? –sabe el problema de celos que tengo. Y lo mucho que me ha costado confiar en mí.

–No.

–Vale, pues me la follo.

–Si estoy delante vale.

–¿Perdona? –casi se le salen los ojos de las órbitas.

–Confío en ti. Él único y lo sabes.

–Sí, tío… pero es que es tu novia.

–Si no fuera mi novia y se te lanzara en una discoteca, ¿que harías? –Carlos se me queda mirando, rojo. No sé de qué, pero sus mejillas han tomado un color carmesí–, responde.

–Vale, sí. Yo me dejo.

–Ves.

–Pero es que por otra parte le tengo muchísimo respeto a esto, no quiero verte pasándolo mal como la última vez. Incluso a mí me dolió.

–Eso fue una infidelidad.

–Ya, ¿y?

–Pues que no es lo mismo…

–Vale, si tú lo dices…

Y no volvimos a sacar el tema. Honestamente, no había mucho más que hablar tampoco. Si algo tendría que pasar, pasaría, no íbamos a forzar nada. Y también me alegraba de que Riri y Carlos fueran amigos. Parecían incluso familia.

O eso pensaba yo.

ᴀᴅɪᴠɪɴᴀ ǫᴜɪᴇɴ sᴏʏWhere stories live. Discover now