13

255 8 0
                                    

Rihanna

Me había dolido oír eso, me lo habían venido a contar y daba gracias. Confiaba en él, es mi intimidad, algo mío que compartí con él, algo que él me ha hecho experimentar, porque todo lo de aquella noche no lo había hecho con nadie, y me dolía, mucho. Le había contado que era virgen, eso no se hace. Y que encima, se reía. Dios.

Me dijeron exactamente como tenía que hacer las paradas en boxes, por suerte, las prácticas me servirán para acostumbrarme. Yo era la que atornillaba las ruedas, y después de un par de ensayos, lo hice bien. Me dijeron que tenía un don, y que lo haría genial. Fue muy divertido, además había hecho nuevos amigos en el paddock. Albon, George, Carlos, Fernando… De hecho ellos habían sido los que me dijeron eso.

Estuve bastante rayada durante el día. Me sentía mal. Había roto mi confianza. Él se acercó un par de veces, pero yo no quería verlo, estaba enfadada. Necesitaba un poco de espacio. De hecho, al acabar todo George me dijo de salir un rato a tomar, se lo agradecía.

–Cambia esa cara, anda. Eres muy guapa como para arruinarlo todo frunciendo el ceño.

–Estoy fea, calla.

–Mentirosa.

–Tú.

–Si te vieras con mis ojos no dirías lo mismo.

–Ay.

Me sonríe. Tiene una sonrisa muy dulce. Era adorable. Y esos ojos color mar eran increíbles. ¿Que tal si la vida me quería decir algo poniendomelo delante?

–¿Te liarías conmigo?

Se atragantó tan fuerte que se le salió el cubata por la nariz. Tuve que reír.

–Dios, ¿a qué viene esa pregunta? –dice mientras se recupera y se golpea suavemente el pecho.

–Saber.

–¿Te doy la respuesta verbal o física?

–Eso es decisión tuya –lo miro.

Entonces, él tomó mi nuca y, después de acercarme a él, acabó con la poca distancia que quedaba entre nosotros. Me besó apasionadamente. Me dejó con las piernas flácidas.

–¿Te doy la verbal? –asiento–. Sí.

Me sonríe de nuevo y deja un beso en mi mejilla. Besaba bien. Yo no era de las que se besaba con el primero que veía, pero me apetecía, y así había hecho. Su boca sabía a roncola.

–¿Te quedas conmigo esta noche?

–Buen plan.

Y así se hizo. Me fui con él después de salir del local en el que estábamos. Pasamos por el vestíbulo, en el que estaban algunos de los chicos, incluido Lando. Íbamos de la mano. Ni siquiera me paré a mirar si nos vio, no me importaba.

Lando

Me quedé congelado. Clavado en el sitio. Era una estatua. Empecé a pensar en que no debí haber abierto la boca, porque si la perdía por esto, no me lo perdonaría jamás.

–¿Se acaba de ir con George de la mano? –pregunta Carlos alucinando.

–... Sí –digo en un hilo de voz.

–Joder.

–Dios, para que abro la boca… –me tapé la cara con las manos–. Justo cuando viene una que veo que merece la pena, voy y… –noto mis ojos arder. Voy a llorar.

–A ver, tranquilo. A lo mejor solo quería desahogarse con alguien y lo ha cogido a él.

–... Sí, seguro –comenta Óscar–. No abras Twitter –fue lo primero que hice en cuanto tuve el móvil en la mano. Había muchas fotos de ellos tomando algo. No vi nada de malo, hasta que bajando salto un vídeo de ellos besándose.

ᴀᴅɪᴠɪɴᴀ ǫᴜɪᴇɴ sᴏʏWhere stories live. Discover now