16

235 12 3
                                    

Rihanna

Desde Singapur empecé a juntarme muchísimo con Dani. Se había vuelto súper cercano a mí. Mi nuevo mejor amigo.

–He oído que tu cumpleaños es dentro de nada.

–Sí.

–Pues menos mal que ya estás bien del esguince, o casi casi. Ya me jodería pasar mi cumpleaños con muletas.

–La verdad.

Me tocaba pasar mi cumpleaños en Catar. Sería diferente, hacía un calor increíble, por lo que oí.

–Esta noche cogemos el vuelo a Catar, ¿preparada para querer arrancarte la ropa a mordiscos del calor que va a hacer?

–No mucho –reí.

Ay, bella –a veces le daba por ponerme apodos en italiano. Era muy cuki–, te gustará. Au
tnque algún jeque árabe intentará comprarte con camellos, con lo guapa que eres.

–Que asco.

Él se ríe, y yo con él. Adoro lo contagiosa que es su risa.

–Nos vemos luego, morena –me concedió una última sonrisa, me guiñó un ojo y se fue. Decidí darme una vuelta por el Paddock a ver si pillaba a alguno libre y charlar. Estaba increíblemente tranquilo, y yo así me aburro. Bueno, Carlos no parecía ocupado, decidí asustarlo.

Me colgué de sus hombros, y vaya gritó pegó. Casi caemos los dos al suelo. Bueno, en verdad si nos caímos.

–¡¿Estás loca?! ¡Quieres matarme!

–¡Perdón! –me descojoné.

–¿Sí? Pues te vas a reír más –sus manos atacaron mi cuerpo con cosquillas.

–¡Quita!

Pero él tenía mucha más fuerza que yo, parecía como si me hubiera hecho una llave de judo.

–¡SI OS GUSTAIS LIAROS PERO DEJAD DE HACER EL TONTO EN EL SUELO! –oigo a alguien gritar. Justo dijo eso cuando yo estaba sobre él intentando esquivar sus manos, a lo que Carlos me quitó de encima y se levantó hecho un bólido.

–Repítelo –fue directo a por el que habló. Mientras que yo me quedé de pie quitándome alguna que otra hoja del suelo.

Carlos estaba amenazante, plantado delante de Ocon. No sabía por qué, pero siempre era Ocon. Ocon siempre mete mierda. Que por cierto, era unos pocos centímetros más alto que Carlos, pero parecía más pequeño con la mala hostia que mostraba el español.

Cansaba el hecho de que juntaran a un hombre y una mujer solo por verlos juntos. Así hacían las cosas incómodas. Con lo bien que me caía Carlos desde siempre. Los tuvieron que separar, porque se notaba que a Carlos le picaba el puño.

–Qué rabia me da este tío… –dice al volver conmigo.

–Ya…

–¿Y eso de que se te ha ocurrido asustarme? Me he caído por tu culpa.

–Nos hemos caído –corregí–. Me aburría, Daniel se ha ido y me he venido a dar una vuelta por aquí.

–Aham… ya te la devolveré –puso una mirada pícara.

–Eh… sí. Claro. ¿Ya lo tenéis todo listo para irnos esta noche?

–Yo desde ayer, tu novio no lo sé, con lo desorganizado que es…

–No es mi novio, Carlos.

–Todavía –sonríe y alza las cejas.

–Todavía –reí.

ᴀᴅɪᴠɪɴᴀ ǫᴜɪᴇɴ sᴏʏWhere stories live. Discover now