14 - ¡¿Rango C?!

1K 169 13
                                    

Llegué a una especie de calle con muchos letreros de yunques y mazos.

Oculté mi sorpresa al encontrar a enanos y elfos por la zona. Algunos clientes incluso eran hombres bestia con orejas de gato  o perro.

Sin duda te hace sentir la vibra de aventurero

— Jajaja, es cierto.

Reus y yo charlamos mientras veíamos cada una de las tiendas. Muchos aventureros con toda clase de armas y armaduras negociaban para conseguir el mejore precio.

El sonido de los golpes en la herrería también llenaba la calle.

Entré a un par de ellas. Pero todo era caro.

Nada costaba menos de oro o cientos de plata. Sin duda no podía pagar nada de esto.

Mi atención se dirigió a una pequeña herrería en una esquina, con un letrero caído. El lugar estaba en muy mal estado y sin duda nadie entraría a primera vista.

¿La razón de mi interés?

Bueno, el maná de fuego en mi interior. 

Reaccionó con el lugar. Como si el lugar emana un fuego superior.

— Entra ahí. Hay alguien capaz — Incluso Reus notó el fuego y me dio la orden con urgencia.

Al pasar por la puerta sonó el timbre, pero no había nadie.

Era un desastre. Igual que por fuera.

Muchos estantes con armas viejas y oxidadas que acumulaban polvo. Grietas en el suelo y una recepción igual de destrozada. 

Sin duda nadie había cuidado ese lugar en mucho tiempo.

Había un cuarto al final de la pequeña tienda.

Debe ser la herrería

Escuché muchos martillazos detrás de la puerta que se detuvieron al entrar.

Al revisar mejor las viejas armas, noté que en todas, el filo estaba destruido. Como si lo hubieran cortado apropósito.

Sujeté una espada gigante con ambas manos y al balancearla de un lado a otro, noté que era perfecta. Todo estaba nivelado y tenía gran durabilidad.

— No es el trabajo de un aficionado.

Quería conocer al responsable de esto y mi deseo no tardó en cumplirse.

— ¿¡Qué crees que haces!?

Me volteé ante la gruesa voz que estaba en mi espalda.

Al ver su origen, había un enano con unos troncos largos en sus hombros como si nada.

Tenía el pelo rojo con una gran barba, ambas amarradas en trenzas. Sus brazos fuertes estaban recubiertos de tatuajes tribales. Su piel morena y ojos marrones daba la impresión de ser un hombre duro y estoico. 

Traía puesto un overol azul de herrería, con una camisa sin mangas negra. Sin duda era el dueño.

— Solo probaba.

— ¡¿Probar ese pedazo de porquería?! Debes estar ciego niño.

El enano dejó los troncos en una esquina de la recepción mientras hablaba con indiferencia.

— Si querías crear un arma defectuosa, debiste alterar el peso, no el filo.

El enano se detuvo y me miró sorprendido pero luego con cautela. Incluso noté como una de sus manos se acercaba a su martillo lentamente.

De un simple abandonado a uno invencibleWhere stories live. Discover now