Capítulo 30.

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Capítulo 30|Luz verde.

Lionel Herrán:

Había salido esa mañana temprano de casa para dirigirme a la otra punta de la ciudad a una reunión con grandes ejecutivos de diferentes países para cerrar un trato que hacía años estaba abierto. Llamé a Thomas en el camino para escuchar sus sabios consejos, esos que siempre me daba en momentos como este. Y la verdad era que me ayudaban muchísimo.

Firmé el contrato al igual que todos los demás y justo antes de darnos un apretón de manos, mi inoportuno teléfono sonó con una llamada entrante de mi ex esposa, la arpía Alemana.

—¡Henry está insoportable y se que ha sido ella la que se le ha metido en la cabeza!— grita y yo tengo que alejar el móvil de mi oído para que no me explote el tímpano.

Frunzo el ceño, al no entender de que porquería me está hablando esta vez y levanto los ojos hacia los otros ejecutivos que se encuentran esperando por mi.

—Disculpen, necesito un momento— pido yo con cordialidad. Salgo rápidamente de la sala de reuniones de aquella empresa para encerrarme en el baño— ¿De que mierda me estás hablando ahora, Gisela?— espeto sin paciencia alguna.

—Sabes muy bien de que te estoy hablando, de la arpía de Thomas Cavalcante.

Embravezco.

—Que no se te ocurra volver a llamar a Antonella de dicha manera— le advierto.

—Es lo que es, igualita a su madre.

Cierro con fuerza mi mano alrededor del móvil, tanto que pienso en romperlo y que así se cortase la llamada de una vez por todas. Pero ella no lo vale y nunca lo iba a valer, así que me negaba a perder mi cordura por ella.

—Dime que es lo que quieres que haga, no tengo todo el tiempo del mundo y mucho menos para ti.

Con aquellas palabras parece ofenderse y yo muy lejos a qué me importe, dejo que la línea se quede en silencio hasta que vuelve a hablar.

—Deja de hablarle como soy una de las tantas muchachas con las que sales— me habla con actitud y yo quiero reír— Fui tú primera esposa y la que te dio tu primer hijo, así que trátame con respeto.

—El respeto se gana, Gisela y tú pediste el mío hace mucho tiempo.

—Tienes que dejar el pasado atrás...— su súplica me hace sudar las manos. ¿Dejarlo atrás? jamás haría tal cosa y me insultaba que al menos lo considerara.

—De acuerdo, loca— asiento aunque no pueda verme— ahora dime que es lo que quieres y terminemos con esto.

—Quiero que te deshagas de ella.

—¿De ella quien?— me hago el tonto para así jugar con su paciencia.

—De la hija de Thomas.

—Decir el nombre no te hará menos loca— la escucho bufar y se que la he sacado de sus cabales más de lo que ya estaba.

—¡Sabes a quien me refiero!

—Y aún así quiero que lo digas.

—De Antonella Cavalcante— dice entre dientes y yo chasqueo la lengua.

El Mejor Amigo De Mi Padre. Where stories live. Discover now