🏈12🏈

1.2K 120 9
                                    


SEBASTIAN

Soy un imbécil.

¿Cómo diablos se me ha ocurrido que sería buena idea besarla? Pensaba que a ella también le apetecía, todo su cuerpo gritaba que sentía lo mismo y esa forma de mirarme como si pudiera atravesar cada capa de piel hasta llegar a mi corazón me ha hecho pensar que me correspondía...está claro que me he equivocado.

Y su reacción me ha dolido más de lo que estoy dispuesto a admitir porque no sé qué me pasa con ella, que desconozco donde están todos los putos límites.

La deseo tanto que es físicamente doloroso reprimirme y fingir que no pasa nada. Pero tendré que hacerlo. Ya lo ha dejado muy claro.

Además, pensándolo fríamente, es mejor que me haya frenado porque, de haber ido más lejos, habría sido peor al día siguiente cuando la realidad se impusiera y no nos quedara de otra que aceptar que nunca más iba a repetirse.

Entonces quizá se habría sentido despechada hasta el punto de putearme en los entrenamientos, aunque tengo la intuición de que Mara no es de esas. Pero nunca se sabe.

Esta noche acabo de comprobar que a veces mi instinto me falla. Y no mentía cuando dije que no volverá a pasar. Lo mejor es que me mantenga alejado de ella.

Para empezar, ni siquiera tendría que haberme ido de la fiesta. Todos deben de preguntarse dónde demonios me he metido y lo que está claro es que no pienso decirles la verdad.

Así que improviso; compro algo de cerveza en una tienda cercana al campus, que abre veinticuatro horas y me planto en la fiesta como si no hubiera pasado nada.

En cuanto los chicos oyen el motor del coche de Steph, literalmente me tumban con un placaje en el césped apenas me bajo y tengo que sujetar las cervezas para evitar que se estampen contra el suelo al grito de "¡cuidado!".

Están como cabras, pero los quiero como si fueran mis hermanos. El nuestro es un vínculo muy especial porque es muy difícil para la gente de fuera entender todo lo que implica el espíritu de equipo. Pero no me cambiaría por nadie, incluso con la suspensión.

— ¿Dónde te habías metido, capitán? Ya empezábamos a pensar que te habías rajado e ido a casa — me interroga Nick, arrastrando las palabras debido a la borrachera que lleva encima.

— ¿Con el coche de Steph? Me mataría — digo, jocoso y el aludido asiente, con una media sonrisa. Él es el único que sabe adónde he ido, pero me guardará el secreto porque es el mejor amigo que podría pedir.

— Touché.

— He ido a por provisiones — añado, levantando los paquetes de cerveza. Y de inmediato la cara de Drew se ilumina como un puto árbol de navidad y me los quita de las manos ante las risas de todos.

— ¿Qué? Me muero de sed y todavía no estoy lo suficiente borracho, así que moved el culo — suelta y es Drew en estado puro.

La fiesta sigue su curso con normalidad y es como si no me hubiera ido, incluso Stephen está de mejor humor.

Quemo la camiseta de Chad, entre los vítores y aplausos de la multitud, que se vuelve loca.

Los chicos me suben a hombros, cantamos y cuando me bajan, todo el mundo viene a charlar conmigo y a felicitarme, e incluso repaso con los chicos varias jugadas recientes que han sido brillantes.

Mía está con sus amigas, bailando y pasándolo bien pero sin ningún baboso alrededor; cosa que sin duda tengo que agradecerle al equipo por haberla cuidado bien.

En resumen, todo va bien y casi me he olvidado de lo que ha pasado con Mara, hasta que Kaitlin se me acerca por detrás y me tapa los ojos en un claro flirteo.

— ¿Quién soy?

Apenas puede vocalizar, joder.

— Kaitlin — digo, cansado. Espero que capte que no estoy de humor para que me entre, pero siempre ha sido muy persistente.

Además, ahora mismo no quiero ni verla por haber hecho sentir mal a Mara y tengo que morderme la lengua para no decirle cuatro cosas...porque ella me ha pedido que lo dejara estar y a pesar de todo yo cumplo mis promesas.

— Sii...— arrastra las palabras, señal inequívoca de que está muy borracha y aprovecho para zafarme de su toque con disimulo. No tengo intenciones de enrollarme con ella, ni esta noche ni nunca. Y no quiero hacerle daño, pero si sigue así voy a tener que hablarle claro —. Te he echado de menos, ¿sabes? — ronronea, acariciándome el pecho con sus manos hábiles.

Vale, suficiente. La aparto.

— Ya. Mira, Kaitlin...lo que quiera que estés pensando hacer, mejor que lo dejes estar — le paro los pies, con firmeza pero sin ser un capullo. Sé lo que se siente cuando te rechazan, Mara acaba de hacérmelo ver y no es agradable. Tampoco estoy acostumbrado, porque es la primera vez que me pasa.

— ¿Es por Paola? — pregunta, desencantada. Tiene el rímel levemente corrido y algo en su expresión hace que me ponga en guardia. Temo que se ponga a llorar aquí mismo.

— No, no es por ella. Simplemente no quiero darte falsas esperanzas, porque yo...no te veo de ese modo — aclaro, incómodo y deseando que esta conversación termine para poder beber hasta olvidarme de todo.

— Solo quiero follar Seb, no que me pidas matrimonio. ¿No me deseas? — suelta una carcajada. No lo pilla.

— Lo sé, pero incluso para eso se necesita sentir algo por la otra persona...y no es el caso. No te ofendas, pero tengo que volver con los chicos — le digo, lamentando tener que ser tan crudo con ella. Pero es que no me ha dejado opción.

Kaitlin se queda cortada y enrojece de vergüenza y rabia. Me estampa la copa que se estaba bebiendo en plena cara y me increpa.

— Eres un imbécil, Sebastian. Y que sepas que tú te lo pierdes.

Se aleja enfurecida, seguramente para criticarme con sus amigas, y yo me quedo ahí empapado y cabreado. Genial, acabo de volver a convertirme en la comidilla de la fiesta.

Definitivamente, necesito un puto manual de instrucciones para entender a las mujeres.

Lo de Kaitlin me importa una mierda.

Pero lo de Mara me sigue escociendo.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Diez razones para romper las reglas (+18) ©Where stories live. Discover now