Capítulo 9

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Los días hasta entonces habían pasado tan lentos que parecían años, pero ahora solo faltaban 3 días para que Vivien dejara del horfanato, bajo la inocente esperanza de que a su hermano le pasaría lo mismo

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Los días hasta entonces habían pasado tan lentos que parecían años, pero ahora solo faltaban 3 días para que Vivien dejara del horfanato, bajo la inocente esperanza de que a su hermano le pasaría lo mismo.

- ¿Cuando van a venir tus padres a buscarte? _pregunta dulcemente.

- No lo sé... pero seguro que será pronto _afirma tratando de no salirse del terreno.

- ¿Y como sabes que lo harán?

- Tú lo dijiste, fue mi deseo de cumpleaños... tendremos familias felices _habla con la voz algo quebrada.

- Y viajaremos en avión _completa con una gran sonrisa. 

Mientras tanto, ambas maestras miraban uno de los que serían los últimos juegos de los hermanos, sabian muy bien qué pronto se separarian. 

- Toma, te lo regalo _dice Vivien, la noche antes de irse.

Le extendió el peluche de pinguino que había recibido hace poco.

- Pero ese fue un regalo de tus padres _niega.

- Ahora es tuyo... _afirma sonriendo.

- No puedo aceptarlo, Vivien, no está bien regalar algo que también te regalaron a tí _aconseja.

- Hum... Vale, entonces te lo presto _propone alegremente.

- ¿Eh? _pregunta confundido, pero ya tenía el peluche en sus manos.

- Y me lo devolverás cuando vengas a jugar a mi casa... o cuando yo vaya a la tuya _afirma extendiéndole el meñique_ Prométeme que vendrás a debolvermelo _habla mirándole a los ojos.

Jude trago en seco, si no fuera por que no era lo peor que había vivido, se habría que brado frente a su hermana.

- Te lo prometo _responde entrelazando sus dedos. 

Y aquello finalizo en un tierno abrazo, Vivien no lloraría ya que para cuando supiera la verdad, no habría marcha atrás. Jude sabía que no sería adoptado, al menos por aquellos días.

A la mañana siguiente, los señores Rosellini se presentaron puntuales a recoger a su, ahora legalmente, hija adoptiva.    

- Mira que bien te sienta este color, te trajeron un vestido precioso, Vivien _felicita Micaela mientras la ayudan a ponerse su ropa nueva.

- Listo, zapatos puestos y bien abrochados, que buen gusto tuvo la señora Rosellini _afirma Liliana.

- Recuerda portarte muy bien, mi niña _indica la primera, tomando las manos de la menor.

- Come tus verduras y obedece a tus padres, para que vean que aquí viviste muy feliz, casi tanto como lo serás en tu nuevo hogar _añade la contraria.

- Si, señoritas _asiente_ ¿Y mi hermanito cuando se va?

- ¿Como? _preguntan ambas al unísono.

- Si, ¿que cuando vienen sus padres por él..? si se tardan mucho, se pondrá triste _admite la pequeña.

- ¿Quien te dijo que..?

- Mi hermanito, me prometió venir a jugar cuando vengan por él, a que no tardan en venir sus padres _insiste con ilusión.

- Jude te dijo eso...  _susurra la mayor de ambas, antes de salie corriendo de la habitación, no pudo soportarlo.

- ¿Por que la señorita Micaela llora, es que pasa algo malo? _pregunta inocentemente.

- Al contrario... _habla Liliana_ venga, no hagamos esperar a tus padres, vamos ya. 

La tomo con dulzura de la mano y la llevo hasta donde estaba su nueva familia.

- Vivien, estas hermosa _comenta Beatrice al verla.

- Llego el momento, mi niña, te vamos a extrañar muchísimo _se despide Micaela.

- Gracias por haber sido tan buenas conmigo, señoritas _responde mientras las abraza_ Siempre las voy a recordar.  

Fue al jardín a despedirse de sus amigos, y claro, de su hermano.

- Adiós... Prométeme que siempre vas a ser feliz, Vivi _indica el castaño.

- ¿Por que adiós, si vamos a vernos pronto?

Jude trago en seco.

- Si... de todos modos quería decirlo _habla con una sonrisa algo forzada. 

- Te quiero mucho, hermanito _responde la menor, dándole un abrazo_ aunque ya no vamos a vivir juntos. 

- Igual yo _habla correspondiendo al gesto_ hasta cuando nos veamos _se despide.

- Hasta cuando nos veamos _imita, con una bella sonrisa.

Y finalmente Jude vio partir a aquel pedazo de su corazón, ni siquiera el mismo se explicaba como pudo contener las ganas de romper en llanto al verla alejándose, sabiendo que no tendrían un reencuentro exacto. 

Pero era solo un niño, y su fuerza se había acabado, corrió al baño antes de ser visto y dejó caer todas las lágrimas que había contenido desde que supo la noticia, extrañaría mucho a la pequeña que vio crecer, pero en el fondo estaba feliz por ella.

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Dolor en la Sangre [Inazuma Eleven]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora