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El día había llegado, después de las clases empecé a preparar todo. Era raro, muy raro, pero estaba súper nerviosa. Creo que era la primera vez que Mateo venía a mi casa desde hacía años.
Después de que mis padres se marcharan, preparé comida, mucha. Comida que podía ser de todo menos sana. Pensé pelis para ver en el salón y también puse hamacas en el jardín por si queríamos salir.
No. No era una cita. ¡Qué tontería! Mi hermano estaba en casa, no estábamos solos. No era una cita.

- ¡Sofía! ¡Sube! - mi hermano me gritó desde su habitación.

- ¿Qué pasa? - dije entrando en su habitación. Me lo encontré guardando libretas en su mochila.

- Voy a la biblioteca a estudiar un poco, no creo que llegue hasta las ocho y media o nueve.

- ¿Tú? Yendo a estudiar, ¿a la biblioteca? No me lo creo.

- Pues créetelo porque no puedo suspender física y química.

Vale... mi hermano no iba a estar en casa... PERO SEGUÍA SIN SER UNA CITA.

Unos minutos después de que mi hermano se fuera, sonó el timbre.
Sí, obviamente era Mateo. Fui a abrir la puerta.

- ¡Hola! - dije al abrir.

- ¡Hola! ¿Qué tal? - dijo él.

- Bien, pasa anda.

Nervios aumentando...

- Vaya, ya veo que tus gustos no han cambiado - dijo refiriéndose a la comida

- Espero que los tuyos tampoco - dije mientras me reía - He preparado todo lo que comíamos de niños.

- Por eso no te preocupes, mientras tenga azúcar es bien recibido.

Nos reímos los dos.
No dejamos de chismear mientras comíamos, era todo como un cuento de hadas, pero claro, no todo sale bien y llegó el momento de hablar del amor.

- Bueno, y... durante mi ausencia has tenido algún amante? - preguntó curioso.

No pude verme la cara en ese momento, pero debía estar roja como un tomate.

- Emmm... pues no, la verdad. ¿Tú has visto a los chicos hoy en día? Son idiotas o muy feos.

- ¡Oye! Me siento francamente ofendido - dijo poniendo cara de ofensa.

- ¡Serás egocéntrico! - dije, y luego me reí.

- Obviamente soy el chico más guapo que has visto en tu vida, y si lo niegas es por envidia, porque soy mucho más guapo que tú.

- Ehhh... obviamente no, yo soy mucho más guapa - esta vez fui yo la de la cara de ofendida.

- Pues lo cierto es que si - dijo mirándome.

Nervios... No, Sofía, no te alteres.

No sé en qué momento empezó a acercarse cada vez más a mi, mientras me miraba los labios, cosa que hacía mucho últimamente. Yo no retrocedí ni un centímetro, al  contrario, empecé a acercarme a él yo también.






Falso Cuento de HadasWhere stories live. Discover now