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La música se escuchaba fácilmente desde cuatro cuadras de distancia, así de escandalosa teminaba siendo aquella fraternidad que comúnmente resultaba anfitrión de muchas fiestas, habían tantos autos que el taxi no se pudo permitir el paso; por lo que las tres chicas bajaron del auto y tuvieron que caminar las últimas dos cuadras para llegar.

Robando miradas y silbidos a su paso, todas siguieron al interior. Yuqi maldecía mentalmente el no poder establecer reglas con la rapera, cuestiones como el ser un personaje y no resaltar eran tan importantes pero que parece que a la más baja no le importaban en lo más mínimo. Resultaba aún más molesto ver cómo fácilmente llamaba la atención, no es que luciera realmente extravagante, pero era difícil que no robara miradas cuando fluía entre la multitud con tanta seguridad como si no fuese la primera vez haciendo aquello.

Otra incógnita para la china, ¿Sería la primera vez en este mundo?

A decir verdad, aunque conocía perfectamente la historia o bien, el Lore del personaje, verla interactuar por si misma era un tanto extraño y se sentía inverosímil, ¿Realmente conocía lo que estaba detrás de ese diseño? Un diseño que siendo alguien real era aún más alucinante que la imagen de dos dimensiones en su pantalla. Quería saber más, saciar su curiosidad y poder sentir que nuevamente era la mayor fan —¿Solo fan?— Del personaje que idealiza.

Shuhua la tomó por el hombro en cuanto entraron al edificio en donde estaba tomando lugar la gran fiesta, quería recordarle a su amiga que no dejarán de estar al tanto del celular en caso de que necesitaran de la otra o bien, se marcharan, pero estaba tan perdida en seguirle la pista a la extrovertida chica de chaqueta y shorts de mezclilla que no tenía caso, estaba en su propio mundo.

—Esta tonta, ¡Song Yuqi! — sacudió a su amiga quien la observó con confusión para luego pasar a un gesto de vergüenza apenas visible por la poca luz del lugar. —Andas actuando extraño y no hay que ser un genio para saber que es por esa chica, pero por favor, no olvides nuestras reglas. — continuó hablando, mirando fijamente a la china a los ojos.

—Llegamos juntas y nos vamos juntas, lo sé, Shushu. — recibió el gesto aprobatorio de su amiga, suspirando. —Solo no enloquezcas y cuidado con tus conquistas, siempre son peores que las mías. — objetó con cierta preocupación ante los recuerdos a los que hacía alusión.

—Eso lo tengo cubierto. Mantén tu celular contigo en todo momento. — rió, sin negar las palabras de la rubia y recibiendo el cabeceo de la china. —Ahora ve por tu chica, estás babeando. — la china limpió la comisura de sus labios creyendo en las palabras de su amiga quien solo se rió. —Estás demasiado idiota. Ahora, ve. —la empujó sin muchas fuerzas a que siguiera el extraño trayecto del personaje.

Soyeon por su parte no era más que una niña siendo deslumbrada por la cantidad de personas, luces y bebidas. Ciertamente se cree una fiestera en toda regla, sin embargo esta fiesta no era algo que pudiera comparar con su código. ¿Aquello tenía sentido? Pareciera que no, pero lo podía sentir.

Ella no debía estar ahí.

Cuando llegó a las escaleras de la gran casa, una mano la sujetó del brazo haciendo que volteé para dar con los ojos ilusionados de su mayor fan, no podía —ni quería— disimular la gran sonrisa en su rostro, la chica de nombre Song YuQi en pocas horas hizo que la curiosidad del personaje pasará de diez a cien, principalmente por no entender cómo alguien como ella logró traerla hasta aquí. Había conocimiento que debía ser compartido, pero no sabría ni por dónde empezar a hacerlo, sería algo que podría aterrar a la china o tal vez algo que le dé un poco igual; ¿Cómo saberlo?

—Hey, seguro quieres ir por algo de beber, y si quieres luego podemos... Huh... — los nervios crecieron en su estómago. —Luego podemos ir a un lugar más tranquilo.

La sonrisa de Soyeon era divertida, más que todo ante los dulces nervios de su contraria. —¿Me estas coqueteando? — bajó un escalón quedando a la altura de su rostro y solo siendo un paso la distancia entre ellas.

—¿Q-qué? ¡No! Que cosas dices... — YuQi dió un paso hacia atrás para poner distancia, la verdad es que aquella cercanía la estaba haciendo sentir extraña y no sabía que podría salir de todo esto.

Soyeon rió, tomó la mano sobre su brazo para luego unirla con la suya y bajar para estar lado a lado. —Vamos.

Sin decir algo más, Yuqi tiró de Soyeon por todo el salón hasta llegar a la enorme cocina del lugar, igual de saturada que los otros espacios, ¿Había tanta gente que asistía a esas fiestas?, sus ojos dieron con lo que buscaba: latas de cerveza perfectamente selladas. Se acercó a estas, soltó la mano de Soyeon para poder ofrecerle una quien la aceptó sin reparo, tomó la suya y observó una vez más al personaje coreano, pensativa.

¿Qué tan loco sería sentir atracción por un personaje?

Aquello no era del todo descabellado, era fácil leer en los foros de juegos o series como le profesan amor eterno a alguno de sus favoritos. Muy similar a quienes lo hacen por algun cantante o integrante de banda que les guste. Son comunes las relaciones parasociales, algunas más evidentes que otras.

Pero esto está a otro nivel. La posibilidad de estar frente a frente, con tal tensión que podría cortarte la respiración, son tan inexistentes como la existencia del mismo.

Y mientras Yuqi estaba en aquel trance existencialista que se grababa en su rostro, Soyeon decidió tomar la iniciativa de llevarlas a un lugar tranquilo.

Aunque claro, no sabía a donde estaba yendo, pero si la música dejaba de ser tan ruidosa y se apreciaba la ausencia de personas, entonces eso funcionaria.

Dando cortos sorbos a su lata de cerveza, reanudaron su camino escaleras arriba serpenteando entre la multitud hasta llegar a los pasillos superiores y dar con un balcón bastante despejado, la luz y la música se atenuaban en ese punto dandoles una privacidad frágil que ambas estaban dispuestas a aprovechar.

—Bien, ya estamos aquí. Vamos a hablar.

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