Tres

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Raizel.

Me despierto y me doy la vuelta en la cama, no se que hora sea pero lo que está claro es que aún no ha amanecido, ya que la luz de la luna entra muy levemente en la habitación. Me giro un poco y miro a la orilla de la cama, veo al pequeño Ferci boca arriba con los ojos abiertos.

¿Que escondes? ¿Por qué mi hermana te mando?

-¿Puedes dejar de mirarme como si no me diera cuenta?-me dice volteandose a mirarme.

-Me debes muchos años para mirarte-le respondo y el arruga la nariz.

-Entonces... Mara-susurra y yo ruedo los ojos.

-¿Que hay con ella?, ¿Te gusta?

-No, al menos a mí no.

-Es mi amiga, nos tenemos un cariño especial, así son las cosas por aquí-me dice y él niega.

-No se miran con cariño-replica de inmediato.

-¿Entonces?

-Se miran con deseo.

-¡Que cosas dices!-le aviento una almohada que él esquiva fácilmente-¿Que sabes tú de deseó?

-Tia, Raz. Si sabes que en el averno están las mejores demonios sexuales, ¿Verdad?

Hago el ademán de vomitar y le aviento la almohada de regreso.

-¡No quiero esa imagen en mi mente!

A veces se me olvida que ya no es un niño, en teoría sí, ¿Como iba a imaginar que alguien con la mitad de años vividos que yo no fuera vírgen?
Es decir que lo soy y si yo sé que no es la gran cosa, pero mi madre me contó sobre la iniciación y al parecer ella fue la última bruja que vivió eso.

-No tiene nada de malo-me interrumpe Ferci, sacándome de mis pensamientos.

-¿Qué?

-Sabes que dónde venimos no serás juzgada porque te guste una chica.

Una chica, no. ¿Pero una humana y además religiosa?

-Donde venimos ambas tienen que sentir lo mismo, para que sea normal.

-Estas más ciega que mi madre pensando que mi padre solo la desea.

-Pero que dices, chico -le digo riendo.

-Digo que me asusta el destino de la humanidad si algun día por ella, él la pierde.

-No la va a perder, nunca la va a perder-le susurro y él niega preocupado, lo que hace que mi pecho se oprima.

No sé en qué momento me quedé dormida, me levanto y Ferci no está en la habitación, me aseo para salir de mi cuarto, acomodo mi melena blanca y trato de cubrir mis pecas con un poco de corrector, veo mi reflejo directamente a los ojos y la imagen cambia a la de Raymond, solo quedando mis ojos, sus ojos. Me estremezco y boto el corrector asustada.

La imagen de él en el piso no se deja de repetir en mi mente, lo ví irse, lo ví tratando de resarcir un poco de su error por mí y aunque no era una buena persona, me pesa no poder odiarlo porque mi mente se empeña en borrar todo lo malo y dejar todo los momentos buenos que me dió, que fueron muchos.

Ojalá las cosas se hubiesen dado de diferente manera.

Por otro lado está Azazel que sé que lo intenta, aprendió amarme y yo a él, pero yo no soy Alizah y él no es Raymond.

Cómo si lo hubiera invocado mi padre entra a la habitación y me ve parada en el espejo.

-Acabo de tener un Deja vu-Dice divertido.

Averno © [Trilogía Destino]Where stories live. Discover now