Capitulo 8: Cosas complicadas que no deberían serlo

64 22 74
                                    

Heather.

Es martes por la noche, y en teoría tengo la pijamada con Elisa, una pijamada que me moría por rechazar a última hora a pesar de que fui yo la que acordo el día.

Más no lo hice, le habia dicho a Elisa que si, y no quería decepcionarla cancelando, por eso estoy en su casa, después de que le he pedido permiso a madre para venir.

Al final mi padre, no apareció por casa y bueno, está bien, lo entiendo.

He traído mis respectivas cosas y el uniforme del instituto.

Nos hemos acomodado, en el salón de su casa con una mesita de madera frente a nosotras, con tasas llenas de palomitas de maiz, galletas y vasos de coca cola, que comemos mientras vemos una película en la televisión.

Elisa se mete un puñado de palomitas de maiz en la boca, y después habla aún masticando.

—Oye, ¿Si estás cómoda?

Seguro le preocupa que me sienta fuera de lugar, pero la verdad es que no, estoy cómoda la verdad.

—Sí, sí lo estoy, tranquila.

—Bien.

Tomo un galleta y le doy una mordida bajo su atenta mirada.

Le sonrió un poco, y ella me devuelve el gesto, lleva puesto un pijama color rojo con estampado de conejitos y lleva el pelo rubio amarrado en un moño bajo.

Yo en cambio llevo una pijama color azul, con pequeños corazones, de pantalón y camiseta manga corta, con una sudadera encima de esta.

—Estoy muy contenta de que estés aquí, de veras —expresa—, ya extrañaba hacer estás cosas contigo.

Le voy a contestar que a mí también me contenta cuando la puerta de entrada se abre y los padres de Elisa pasan distraídos o por lo menos lo hacen hasta que llevan la mirada hacía nosotras.

Y al vernos ellos sonríen en especial Monica la mamá de mi amiga, que es una mujer de unos treinta y tantos años, con el cabello rubio igual que si hija y ojos color miel.

—¡Holaaa! —nos dice energéticamente Mónica, aunque presiento que el saludo, va más que todo dirijido hacía mí.

—Hola —les digo yo.

—Es un gusto volver a verte Heather 

Me dice el papá de Elisa, Elliott, tiene los ojos verde claro y el cabello castaño bastante oscuro, que ya debe de estar pisando los cuarenta o algo así.

—Es gusto es mío —sonrió.

—Ire y dejaré esto en la cocina, ya volveré con ustedes —le dice el papá de Elisa a Mónica y está asiente.

Le señor Elliott se va rumbo a la cocina y Mónica se nos acerca y se sienta en el sofá.

Me siento con al obligación de levantarme de dónde estoy e ir a sentarme junto a ella y eso hago, sentándome a un lado de ella, seguida de Lisa que pone en pausa la película.

—Me alegra mucho verte de nuevo por aquí, linda —me regala un abrazo bien fuerte, el cual devuelvo.

—El gusto es mío —repito.

—Ha pasado ya un tiempo, pero quiero decirte que siento mucho lo de tu hermana, en verdad, a de ser difícil.

—Mamá no la satures —pide Elisa.

Trago saliva.

—Lo es, es un poco dificil —murmuro en voz baja.

En realidad es muy difícil sobrellevarlo, están las promesas que no he cumplido y el que siempre me pregunté que habría pasado si ella aún estuviera aquí. Y luego está el hecho de que trate de ignorar todo por unos momentos nada más para que después todo llegue a mí de nuevo con más fuerza.

Aviones de papel Where stories live. Discover now