Capítulo 15

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Máximo.

Reparo cada movimiento de la pelinegra con detenimiento, generalmente nunca puedo mantener mis ojos lejos de ella, siempre estoy observándola, sin perderme ningún detalle.

Su figura despampanante me hipnotiza, sus muslos torneados, sus caderas anchas, su abdomen plano, sus tetas grandes, sus hombros delgados, su fina espalda y su hermoso rostro en fusión con sus ojos grises son la combinación perfecta que la hace verse como una divinidad de otro mundo.

Está envuelta en un vestido negro que le cubre más abajo del culo, tiene la espalda completamente descubierta, dejando expuesta su piel porcelana y sus talones descansan sobre unas sandalias altas con un tacón que te sacaría un ojo. Coloca su cabello negro detrás de sus hombros, dejándolo caer sobre su espalda descubierta.

Mañana es cumpleaños de Renzo y ha invitado a todos los amigos que se ha robado de Rafaella. Han llegado con anticipación para acomodarse y por la tarde mientras almorzábamos han decidido que sería bueno tener una salida de chicas, lo cual conlleva a que se larguen a bailar, y eso no me tiene tan bien que digamos.

No la quiero ni un segundo fuera de mi espacio, quiero que me invada en todos los sentidos y me atraviese cada que lo desee. No soporto tenerla lejos de mí.

Me brillan los ojos cuando la miro, lo he notado cuando la abrazo frente al espejo y me veo reflejado en él. Parezco otro. Quizá un adolescente hormonal enamorado de la cría con la que ha soñado toda su vida.

Siento un hormigueo en mi pecho e inconscientemente curvo mis labios en una sonrisa, me sujeto la polla cuando siento que está a punto de reventar. Se ve tan follable que me cuesta asimilar lo caliente que me he puesto con solo verla haciendo algo tan simple como estar sentada en una silla de espaldas a mí, pasándose algo por las pestañas.

Me tiene loco y ansioso por tenerla cada segundo que puedo, mis manos pican extrañando el contacto con su piel.

-¿Este labial o este?-me muestra los dos labiales Chanel, cuando ya está con el maquillaje terminado.

-El rojo.-aseveró, el color haría sus labios más provocadores

La idea de imaginarlos envolviendo mi polla me pone a delirar.

Me gusta que la miren, pero sobre todo que la admiren y que se retuerzan de pesar cuando se den cuenta que no podrán tenerla nunca, porque es solo mia.

-Tienes buenos gustos.-me lanza un beso volado.-Así, hasta me caes bien.

Está jodidamente loca.

-Te tengo que caer bien, soy tu maldito marido.-digo desde mi cómoda posición en la cama.

Hasta aquí logramos escuchar la bulla que hay en la casa, en el primer piso esta todo el criadero de mocosos acompañados de sus padres para que controlen a esos diablos.

Se observa con atención en el espejo de cuerpo completo y una sonrisa se forma en la comisura de sus labios, toma un bolso plateado que tiene el triángulo de Prada en la parte delantera verificando si combina con lo que lleva puesto.

-Ahora sí, me voy.-se sube gateando a la cama para besarme.-Te amo, cariño.

Acaricio su espalda y llevo mi mano a su nuca para impedir que se separe de mí.

-Joder, como te amo-intento acostarla sobre la cama pero lucha por mantenerse en su lugar.

Sujeto su mano y la dejo descansar sobre mi pene que la anhela desproporcionadamente.

-Máximo, ya me tengo que ir.-no la suelto.

-Podemos bailar en la casa, no es necesario que te vayas.

DINASTÍAWhere stories live. Discover now