Cap. 6

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*Narra ______*

¡Crack! Regresé a la realidad. La señorita me miraba sonriente, con una mano sobre mi hombro. Siento un ardor en mi mano, y bajo la vista; he roto el lápiz y las astillas se han incrustado en mi piel. ¿Porqué la madera es mi kriptonita? ¿Porqué no pudo ser algo como el diamante, algún metal que se encuentra a 50000 kilómetros bajo tierra? No, tuvo que ser un material que está a cada tres metros, ya sea en algún mueble o incrustado en un árbol. Me llevo la mano lastimada a la boca y absorbo las pequeñas astillitas que se me incrustaron. Bajo la mano y la escondo disimuladamente detrás de la espalda; no quiero que la mujer frente a mí se de cuenta de mi regeneración, pero parece no haberlo notado: sigue sonriente mirando a mis ojos como si tratara de identificar algo en ellos.

—Insisto —dijo—. Si quieres, puedes continuar con tu test otro día, no te ves bien.

Apreté los ojos y sonreí. La sonrisa más fingida que he hecho. Fue lindo ver a Damon, creo que lo empiezo a extrañar. A volverme loca por él. Por otro lado, «la chica de ojos azules» me desconcertó, al igual que sus palabras. No sé lo que pasa, qué es lo que tengo. Últimamente, los sueños son tan realistas como la realidad.

—No, puedo continuar con él ahora —volví a sonreírle. Aunque fuera amable conmigo, me estaba irritando su insistencia. ¿Quería evitar que entrara a este lugar o que?

—Bueno, te dejo concentrarte, entonces —sonrió y caminó hacia su asiento, por el que pocas veces levantaba la mirada de su libro para ver qué estaba haciendo—. Todavía te queda tiempo, espero y lo alcances a terminar —dijo desde su lugar. La lluvia cayó, e hizo que su voz se tornara un poco mas débil. También hizo que me relajara, y agilizó el tiempo que duré en el examen.

Para cuando me había dado cuenta, ya lo había terminado. Me levanté y caminé hacia la mujer, que me sonrió, de nuevo. Su sonrisa de verdad me estaba hartando, aunque debo admitir que era linda.

—Te daremos los resultados en un mes —me tendió una hoja antes firmada por ella—. Si tienes problemas en la entrega de tus documentos, presenta esta acta, es una clase de comprobante.

Lo tomé, fastidiada; ya quería salir de ese lugar. Formulé un "gracias" y me volteé. Arrugué la nariz y salí por la puerta, la cual no me molesté en emparejar, y quedó abierta.

Hice un esfuerzo y empujé, esperando ver a Thomas burlándose de mi actitud, y, seamos sinceros, lo extrañaba. Pero no estaba. Me dolía la cabeza por tanto presionar a verlo, pero él simplemente no estaba ahí.

Irritada, caminé hacia las puertas dobles que daban a la calle, y salí del pequeño edificio.

Iba a medio camino cuando el reciente picoteo de la lluvia comenzó a escucharse. Entonces la vi: una chica con una capa azul de la cual salían gruesos y brillantes mechones de cabello castaño. Esta de costado hacia mí, justo en la esquina. Apresuré el paso, y pude llegar con ella en menos de un segundo. Pero ya no estaba. Miré a todos lados y estaba en otra esquina que conducía a un callejón bardado, rodeado de pequeños locales como bares o restaurantes. Seguía de costado, pero sabía que era la chica de mi imaginación.

Apreté los puños y caminé de nuevo hacia ella. Llegué incluso más rápido que antes, pero aún así no la alcancé.

El patrón se repetía, una y otra vez. Para cuando llegaba, ella ya no estaba. Lentamente me guiaba hacia un lugar desconocido.

Duré alrededor de media hora siguiéndola. La lluvia ya me había empapado por completo cuando decidía abandonar la búsqueda, y entonces paró. La chica detuvo su marcha y se giró, así pude ver su cara. Sus hipnotizantes ojos azules se fijaron en los míos, y entonces habló.

—Te están siguiendo. No hay tiempo para preguntas. Escóndete. No busques respuestas y trata de olvidar tu vida anterior, ya no vale la pena.

La miré, interrogándola con la mirada. Sabía más de lo que debía, es decir, ¿quién rayos era y qué quería decir? Aunque el mensaje era demasiado obvio y directo, no cubría el hecho de que jamás la había visto en mi vida, y de que supiese más de mi historia que yo misma.

—¿Qui... qui-qui-quién eres? —pregunté. Ella no reaccionó. Me miró por última vez y volvió a hablar, ignorando mi pregunta por completo.

—Mientras más rápido te olvides, ______, más fácil será. Para ti y para todos.

Y desapareció. Ni siquiera se escuchó el repiqueteo de sus tacones, porque fue sustituido por el de la lluvia.

Castle of IceWhere stories live. Discover now