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Con el día soleado y la naturaleza de por medio comenzaron su fin de semana, fuera de todo lo que les rodeaba, trabajo, familia, obligaciones y solamente pensaban en disfrutarse. A los 20 minutos de camino, se pararon en una gasolinera para comprar más bebidas y así aguantar la calor.

Entraron corriendo desesperadas para buscar la nevera de los refrescos y Luisita se adelantó primero para coger el suyo.

  - ¡Ay qué calor! - Dijo abriendo la puerta para coger su bebida.

  - ¿Tienes calor? - Le preguntó Amelia muy cerca de su boca.

  - Ay que rico, está fresquito y delicioso. ¿Quieres un poquito? - Preguntó Luisita con cara de niña pequeña.  

   - ¿Si? - Amelia ya se estaba derritiendo por la cercanía en la que la tenía. 

  - Te doy un poquito si me dices  a dónde me vas a llevar secuestrada.

  - Me puedes torturar todo lo que quieras que no voy a decirte nada.

  - Ay Amelia ni siquiera sé si estoy bien vestida así, dime por favor.

  - Estás perfecta. - Dijo besando su boca.

  - Anda dime. - Decía tratando de convencerla.

  - Nooo. - Contestó dándose la vuelta después de besarla.

  - No seas malita.

  - No me vas a convencer. - Contestaba cogiéndola de la mano y acercándose a la caja para pagar.

  - Hola, ¿Cuánto es? - Mientras Luisita se encontraba agarrada a su espalda como si fuera un osito de peluche.

  - 4 euros. - Decía la señora que se encontraba con su marido al lado.

  - ¿Ves como las mujeres también pueden ser románticas? - Decía la mujer mayor que había visto los besos y complicidad de la pareja.

  - Se ven una pareja muy bonita y que se quieren mucho, Dios las conserve así toda la vida hasta que sean un par de viejitas.

  - ¿Y cuánto tiempo lleva casada con él señora?

  - 40 largos años con esta pared que no habla nada. - La pareja la miró riéndose.

  - ¿Y ustedes tienen hijos? - Preguntó la señora mayor.

  - No todavía. - Decía Amelia con una mirada pícara que hizo ruborizar a Luisita.

  - Gracias señora, que tenga buena tarde. - Contestó Amelia cogiendo la bolsa de las bebidas y agarrando a Luisita por la cintura.

Las chicas se marcharon para seguir su camino y minutos después llegaron al lugar en el cual empezaban su mágico fin de semana.

  - ¡Pero qué hermoso lugar! - Dijo Luisita con los ojos abiertos y contemplando la hermosa playa que tenía delante suya.

  - ¿Te gusta? - Preguntaba Amelia cuando se bajaron de la moto.

  - Es precioso, no lo recordaba así de bonito.

  - Entonces, ¿Ya habías estado aquí?

  - Sí, hace muchos años con mi padre.- Recordaba Luisita con nostalgia al aparecerse la imagen  de su padre en la cabeza que se encontraba un poco delicado de salud.

  - Pero no era tan especial o es que no había venido en la mejor compañía. - Contestó Luisita acercándose a la morena y colgándose de su cuello.

  - Yo te dije que este fin de semana iba a ser especial y que conste que no ha sido fácil convencer al clima. - Decía Amelia mirando al cielo.

  - Vamos a ver qué tan fría está el agua ¿Si?

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora