Capítulo 22

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Todo lo que sucedió después fue un total desastre. El video se difundió en todas partes, el nombre de Heylan al igual que el mío se hallaban en el ojo de la tormenta. Heylan no solo perdió su trabajo, sino que también fue acusado como Depredador Sexual por servicios sociales quienes le otorgaron mi custodia. Yo declaré desde el primer momento en el que me interrogaron que todo fue conceptuado, que él en ningún momento me obligó a nada. Por desgracia, servicios sociales siguio insistiendo en llevar a Heylan a la cárcel por pedofilia.

Heylan estuvo en prisión preventiva por un mes. Cuando llegó el juicio, hablé con claridad de como sucedieron las cosas. Nunca fue Heylan, siempre fui yo el que lo buscaba, el que lo seducía, el que lo forzaba e intimidaba. Claro que para los jueces — y en realidad para todos los que me escuchaban—, les parecía absurdo y poco creíble. Sin embargo, tuvieron que aceptar mis palabras después de hacerme un test psicológico para ver si es que no estaba manipulado por Heylan.

Al final, solo le dieron a Heylan tres meses en prisión, lo cual fue un alivio debido a que servicios sociales quería darle diez años de cárcel. Heylan era muy buen abogado, y tenía sus contactos que por suerte lo ayudaron a que le den la pena mínima.

No obstante, no todo era color de rosa. Heylan perdió su empleo, la historia se hizo famosa en toda Lima. Mi rostro no era visible debido a que era menor de edad, pero el de Heylan estaba por todas partes. Ya nadie lo iba a contratar después de tremendo escándalo.

¿Acaso nadie podía entender que yo lo amaba?

...

Los días en los que Heylan estuvo en prisión fueron horribles, no solo para él, sino también para mí. Por obligación, tuve que ir a vivir con mi tía Marlene, la que se parecía a la de los Simpson, aunque solo fue por poco tiempo, ya que cuando cumplí los dieciocho, regresé a vivir a la casa de Heylan, quien me permitió vivir allí a pesar de que seguía en prisión. Ya no existía ningún problema, porque ya era mayor de edad.

Cada semana lo iba a visitar. Él siempre me recibía con una sonrisa, pese a las circunstancias que estábamos atravesando. Heylan me contaba lo desagradable que era la cárcel, pero lo bueno es que cada día que pasaba, era un día más cerca para al fin estar juntos, en nuestra casa que nos esperaba con las puertas abiertas. Lo único que le ponía triste, es que Emilio desapareció totalmente. Ni Heylan ni yo supimos nada de él, intenté llamarlo varias veces, pero nunca contestó. Consideré que era lo mejor, Emilio no se merecía tener un maravilloso padre como Heylan, quien siempre intentó acercarse a él, en complacerlo, y Emilio lo rechazó.

...

Una semana antes de que Heylan saga de prisión, lo fui a visitar. Cuando nos sentamos frente a frente, comencé a llorar. Sabía en el fondo que todo el daño que sufrió fue por mi culpa, no importaba que él me dijera lo contrario, la culpa seguía carcomiéndome por dentro. Sabía que el día en que acepté mudarme con él, fue el comienzo de su destrucción.

—Aniel no llores —me dijo secando mis lagrimas con sus dedos y cogiéndome el mentón con delicadeza—. No me arrepiento de haberte pedido que te mudaras conmigo. Volvería a repetir la historia, todo con el fin de que estemos juntos.

Heylan, mi Heylan.

—Dentro de unos días, solo seremos tú y yo, como tanto me dijiste. A la mierda los demás. No veo la hora de que estemos los dos en nuestra casa, o irnos a cualquier parte del mundo e iniciar de cero. Lo importante es que estaremos juntos por siempre —me dijo él con esa sonrisa que me fascinaba.

—Juntos —dije sollozando.

—Juntos.

Heylan acercó su rostro hacia el mío y me besó. Hubo murmullos entro los demás reclusos y visitantes, incluso burlas, pero no me importaba. Solo éramos él y yo. El resto no existía.

"Heylan, mi Heylan".  

HEYLANWhere stories live. Discover now