Capítulo 15

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Estuvimos tres días viendo departamentos. Se me hacía estresante ir de lugar en lugar, observando cuál iba a ser el sitio en donde me apartaría de Heylan, en donde viviría lejos de él. Lo único bueno de ir a buscar departamentos, es que al menos podía pasar tiempo con él. Aunque no como me lo esperaba, ya que Heylan me obligaba a estar en la parte de atrás del auto y no en el asiento del copiloto, como si fuera un perro rabioso al que hay que tenerle cuidado. Lo más incómodo, es que durante los viajes no conversábamos, él solo subía el volumen de la radio y conducía sin ni siquiera observarme.

Recién el último día en nuestra busca de un hogar nuevo fue que hablamos un poco, debido a que su celular sonó, y cuando contestó, Heylan mandó al carajo a la persona detrás de la línea y lo amenazó de que iba a llamar a la policía si es que seguía molestando. De inmediato deduje que era la misma persona que lo había estado acosando otros días, y que lo hizo enfadar tanto que llegó a desconectar el teléfono de la casa.

—Es un maldito drogadicto que no para de amenazarme con vengarse de mi —me dijo él mientras conducía.

—¿Vengarse? ¿Qué le hiciste?

—Fui el abogado de su ex esposa. Ayudé a la mujer a tener la custodia completa de sus hijos y darle una orden de restricción contra este idiota. De partir allí, no ha parado de amenazarme. Es un completo imbécil. El maldito les pegaba a sus hijos después de drogarse. No me arrepiento de lo que hice.

Ma daba cuenta de que estaba conociendo el otro lado de Heylan Griffin: uno más oscuro.

...

El último departamento al que fuimos se encontraba en Miraflores. El edificio por fuera me encantaba; tenía una vista preciosa hacia el malecón. La agente inmobiliaria nos esperaba en la entrada; era una mujer como de unos cuarenta años, cabello rojizo ondulado y piel blanca pálida. De inmediato noté como sus ojos se abrieron como platos cuando Heylan se acercó a ella.

¿Acaso existía una persona que fuera inmune a los encantos de Heylan? Es que Dios, Heylan siempre estaba guapo, a pesar de que estaba vestido de la forma más casual: una camiseta negra, vaqueros y zapatillas blancas. No podía culpar a la señora de ponerse nerviosa.

—Mucho gusto, soy Celeste. ¿Usted es el señor Griffin?

—Sí. Dígame Heylan —dijo con una voz tan sexy. Parecía que Celeste se le iba a caer la mandíbula. Me reí con discreción.

—Perfecto Heylan —Celeste se dirigió a mi—, y tu debes ser su hijo.

—Sobrino —dijo Heylan de inmediato —. Es para él quien estoy buscando un departamento ya que va a empezar a la universidad.

—Excelente. Este departamento va a ser perfecto para él. Adelante, síganme.

La seguimos dentro del edificio: la verdad es que era sumamente grande: tenía piscina, gimnasio y encima un salón para organizar fiestas, claro que en mi caso no me interesaba, ya que era la persona más antisocial que existía en este mundo.

Cuando llegamos al inmueble ubicado en el cuarto piso, la mujer nos hizo entrar para poder contemplarlo. Al principio no podía creer que fuese un departamento de soltero; era gigantesco. Cuando vivía con mi madre y pensaba en irme a vivir solo, lo primero que tenía en mente era un cuartito que a la justa tenga un baño. Pero esto era una barbaridad.

Celeste nos hizo un recorrido por el lugar: tenía tres habitaciones, y una era para utilizarla como un estudio. Había dos baños: el del cuarto principal y el de visitas. El cuarto principal tenía hasta un Walk-in Closet y un baño propio. En conclusión, era el lugar en el que cualquier universitario quisiera vivir...Pero yo no.

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