Capítulo 7

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Son casi las dos cuando las chicas se van, estoy agotada y emocionada por lo de Sara y pensar que aun quedan 7 largos meses de espera me vuelven loca. Recojo un poco el comedor y decido irme a la ducha antes de irme a dormir. La verdad es que estoy tan excitada por todo que me va a costar horrores dormir y mañana cuando suene el despertador para ir a buscar a Dani para llevarla al colegio me voy a poner de mala leche seguro. Antes de desnudarme miro el móvil pero no hay ni rastro de ningún Whatsapp de Rai. Jolines, hace bien bien dos horas que se lo he enviado, para una vez que me animo...Voy a meterme en la ducha y suena mi móvil, mi corazón da un brinco, me emociona pensar que puede ser Rai. Lo es. Su Whatsapp dice "Ábreme" ¡¿Qué?!

No me puedo creer que esté aquí, que haya venido desde su casa solo para verme, para estar conmigo. Estoy de los nervios. Voy al interfono y por la camarita ahí lo veo. Con el móvil en la mano. Lleva una boina de cuadros roja y una camisa a juego con la chaqueta de cuero negra encima. Es tan guapo, de verdad, enserio, guapísimo. Le doy al botón para que la puerta se abra y le puedo ver sonreír y yo sonrío también, me está gustando esto que me hace sentir él. Es tan raro todo.

Voy corriendo a la habitación y me pongo unas braguitas de encaje negras que tengo y una camiseta de un concierto de Metallica al que me arrastró Julián cuando yo tenía 15 años y la sigo conservando. Y es que me encanta, me queda grande y me recuerda a él. A Julián le encantaban y como su hermana no quería ir ni loca y sus amigos tampoco me arrastró a mí que yo no sabía decirle que no a nada. Por aquel entonces lo nuestro solo era un espejismo de mi cabeza. Él me trataba como a su hermana y yo me volvía loca por poderle besar y aunque tenía la esperanza de que esa noche pasará algo, todo quedó en un "ojalá". Justo cuando estoy mirándome al espejo para arreglarme un poco el pelo suena el timbre de la puerta. Doy un brinco. Estoy nerviosa. Y ya tengo las malditas mariposas en el estómago y pienso mariposas ¿Por qué? El corazón me va a mil y aunque me avergüence admitirlo ya tengo la entrepierna húmeda, Rai produce eso en mi y la verdad es que me gusta. Entra y todo se reduce a manos, lengua, besos, caricias. Ni un hola, ni un puedo pasar, todo carne y lengua. Me tiene en el aire, cogida con sus grandes y fuertes manos por el culo, su lengua esta jugando con la mía y mis manos entrelazadas en su nuca. De vez en cuando soltamos algún gemido.

- Joder Princesa cuanto te he echado de menos.

Me encanta. Me muero de ganas de decirle que me encanta. Me tumba en el sofá y él se pone encima de mí entre mis piernas, me aprieta contra él y puedo notar su sexo duro, impaciente por entrar en mí.

Está tumbado encima de mí, entre mis piernas, su erección ya está asomando y los músculos de sus brazos están marcados y definidos por la fuerza que ejerce para no caer sobre mí. Le toco por la espalda y la nuca mientras él me sigue besando el cuello, una de sus manos baja hasta mi barriga y la acaricia mientras la sube por debajo de la camiseta. No llevo sujetador, mis pezones están duros. Juega con su pulgar en mi pecho y luego al otro. Mi respiración se acelera, estoy excitada. Levanta la camiseta y empieza a lamerlos. Gimo, esto es alucinante. Placer puro y duro con tan solo lamer mis pezones. Ya me muero de ganas de sentir su polla dentro de mi envistiéndome sin remordimientos ni pausa. Su respiración es más rápida. Yo agarro su camiseta y le hago ademán de que se la quite. Me ayuda... veo sus pectorales, sus abdominales, sus músculos, es tan atractivo. Se los acaricio, le toco todo el cuerpo sintiendo con mis yemas cada rincón de su torso. Gimo. Me mira, me sonríe. Como adoro esa sonrisa. Temo que quiera quitarme la camiseta. Hay demasiada luz en el salón, no quiero que me vea las estrías y deje de sentirse atraído por mi. No lo intenta y me alegra. Roza su sexo contra el mío, y a pesar de llevar braguitas y él el pantalón ha sabido encontrar el punto justo de estimulación. Me revuelvo. Gimo. Vuelve a posar sus labios en los míos y su lengua busca la mía. Jugamos y es todo lengua y besos. Una de sus manos baja hasta mis braguitas, las aparta y acaricia mi clítoris. Siento que estoy a punto de explotar. A pesar de solo haberme tocado durante 10 segundos noto que voy a correrme en cualquier momento. Para, deja de besarme. Gimo. Abro los ojos, el me está mirando. Siento vergüenza. ¿He hecho algo mal?

Tú eres lo que necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora