III.

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Sus ojos se detuvieron en aquel espejo viéndose reflejado. Su única vestimenta consistía en su pantalón naranja, ya maltratado por la antigua pelea.

El vidrio levemente empañado gracias al vapor de la refrescante ducha caliente que se había dado.

Naruto solo se miraba al espejo en silencio.

Su mente seguía siendo un caos. Solo había pasado una hora desde aquella noticia, el estaba en otra dimensión. Alejado de su aldea, de sus amigos, de todo.

Su mirada volvió a posarse sobre su torso al descubierto. No era nada fuera de otro mundo. Era el típico físico de cualquier niño de 13 años.

Naruto curvo sus labios hacía arriba y abajo en un gesto. Siendo un ninja debería de tener más músculos trabajados que cualquier civil, incluso aunque fuese un niño. Sin embargo, sus brazos parecían fideos, ni abdominales tenía.

Su físico no era el de un ninja.

- Aunque siempre fui el más pequeño de nuestra generación- expresó algo molesto ante aquel hecho.

Su piel no poseía ninguna cicatriz. Ni una sola. A pesar de haberse atravesado la mano con un kunai en aquel juramento a Tazuna. A pesar de haber recibido el ataque de decenas de sebons por Haku. A pesar de que su pecho fue atravesado por la técnica de Sasuke. Ni una sola cicatriz.

Una ventaja de ser el recipiente del Kyubi.

Dando un suspiro cubrió su torso con su remera de red dejando a la vista un agujero a la altura del pecho.

Kyubi...

Naruto paso las yemas de sus dedos por su estómago, casi con miedo, como si aquella acción pudiese despertar al demonio en su interior.

En su relato con Makarov, la historia de su vida que le contó al anciano, Naruto había omitido un detalle. Kyubi. ¿Lo había hecho a propósito o simplemente lo hizo por reflejo?

Él no quería aquellas miradas nuevamente. Aquellas miradas que lo juzgaban desde pequeño.

Toda esta gente, Makarov, la vieja bruja... no tenían porque saber de la existencia del Kyubi.

Naruto se puso su chaqueta naranja sintiéndose casi completo. Al igual que la remera, un agujero a la altura del pecho yacía en ella. Con su vestimenta hecha harapos, y sin ningún otra prenda de su armario disponible, necesitaría conseguir nueva ropa.

Ante aquello tomo de su bolsa trasera su monedero apodado como Gama-chan. El sapo antes relleno ahora se hallaba flacucho sin nada dentro suyo. Todo sus ahorros eran inservibles en este nuevo mundo. La moneda era distinta. Todo aquel esfuerzo en conseguirlo se fue a la basura en unos segundos.

Casi listo, su mirada se poso sobre el último elemento que faltaba en él, una bandana azul pulcramente doblada en la mesa. Al lado de ella, había otra más, pero esta en peor estado teniendo una solitaria placa abollada y rayada.

Tomando la bandana que le dio Iruka aquella noche, la ato alrededor de su cabeza sintiéndose finalmente completo.

¡Chidori!

¡Rasengan!

Aquello fue lo último que se acordaba. Luego de aquello todo fue oscuridad hasta despertar en la casa de Porlyusica.

Dando un suspiro, tomó la bandana de Sasuke guardandola en su bolso trasero.

Era hora de conocer lo que sería su nuevo hogar, Fairy Tail.

X~X~X

El interior del gremio era similar a un comedor, largo tramo con varios bancos en toda su longitud con una barra al final. En ella, se encontraba una hermosa mujer albina, que parecía ser la que gestionaba aquel sector.

Hada con dientes de sable.Where stories live. Discover now