You and Me

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CAPÍTULO X

El viento azotaba más fuerte que los otros días. El frío se colaba por sus ropas sin piedad. Pequeñas lagrimas recorrían silenciosamente por sus mejillas sonrojadas.

Era como un día cualquiera, había regresado del instituto como todas las tardes. No había hecho nada interesante, a ella nunca le pasaba algo interesante. Siempre pasaba desapercibida, observando cómo los hombres corrían detrás de un balón, como las mujeres practicaban una rutina, que según ellas, era de lo más difícil.

En cambio ella, si antes se sentaba sola, ya no lo hacía más. Gracias a Harper, cada vez hablaban más, incluso, le invitaba a comer con ella. Aveces veía a Caleb sentado en el otro extremo de la mesa, pero nunca cruzaban palabra alguna.

Mientras caminaba pensaba también. Pensaba en cómo todas las cosas habían cambiado. En como todo lo que era dejó de ser.

¿Cómo podía dejar de pensar? ¿Si quiera era posible encontrar una respuesta a una pregunta que no ha sido formulada?

Claire, como ya le era costumbre, pensaba una y otra vez en su situación con su familia, ese es que podía llamarse así. Sin embargo, no era lo único que ocupaba su mente. El chico de ojos miel lo hacía de igual manera.

Recordaba perfectamente el miel de sus ojos. Lo profundo de sus facciones. La perfección de su sonrisa. Pero también recordaba la agonía en sus ojos. El dolor que le provocaba en el pecho ver cómo Caleb se perdía en el sufrimiento.

Todavía recordaba ese día que habló con Harper. Que aunque él ya se lo hubiese dicho, supo más de la persona detrás de las sonrisas. No podía si quiera ni imaginar lo que era vivir con ese pánico escondido en el pecho listo para salir y abrazarte. Y es por eso que cuando le llamó Harper no dudó ni un segundo en ir además que a ella le hubiese gustado que estuviese alguien a su lado, susurrándole que todo estaría bien, aun cuando nada lo estaba.

Cuando llegó al lugar, le recordó a su yo de antes, a cuando tenía a su hermana y cuándo se había ido. Regresó a esos días oscuros en donde se encontraba tirada en el suelo con sus muñecas sangrando y su alma agrietada, en donde necesitaba un abrazo de su hermana y no tenía mas que el fantasma de su tacto.

Se vio proyectada en él, él se vió seguro en ella. Caleb había perdido tanto como ella, había sufrido tanto como ella. Aunque fuera una locura, los dos se necesitaban mutuamente, ella necesitaba a un confidente, él necesitaba a una compañera.

A Claire claro que le encantaría entablar una amistad con Caleb. Después de todo, era el, quien convirtió en su primer crush años atrás.

Las pequeñas lagrimas iban cesando y ella se iba cansando de caminar cada vez más. Se había salido de su casa, se sentía sola afuera, eso era cierto pero al menos no sentía que se asfixiaba.

Y claro, no podían faltar sus auriculares y un poco de música. ¿A quién no le calma una buena letra, profunda y hermosa? ¿Quién no ama esas canciones que acarician tu corazón? Claire se los coloco en cada uno de sus oídos, reprodujo su playlist favorita y fue a sentarse a la banca más cercana que encontró.

Las notas musicales del piano viajaban por sus oídos, tocando cada rincón de su corazón, cuando sintió el aliento de alguien a su lado.

Giró su cabeza, encontrándose con el color de ojos más hermoso que ella haya visto. El miel.

—Las tardes así siempre me han gustado. Son muy calmantes, ¿no crees?— dijo Caleb, como si estuvieran hablando muy casualmente.

—¿Caleb? ¿Qué?— le interrumpió al instante colocándose el dedo indice sobre sus labios.

El brillo de las estrellasWhere stories live. Discover now