Willow

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Dani, mi bestia, éste capítulo es por y para ti.
Para que vuelvas a soñar con ese verano del que tanto me cuentas.

CAPÍTULO XIII

Caleb despertó de su sueño. Con ganas de dormir aún, alcanzo su celular y revisó la hora. 11 con 24 minutos. Restregó el dorso de su mano por sus ojos tallándolos y se levantó de la cama para tomar una ducha.

Habían pasado varios días desde que Ethan y Caleb habían empezado a planear la sorpresa a Bea y con la ayuda de Harper, los tres chicos decidieron que ya era hora de dar el siguiente paso. De qué Ethan por fin le dijera a Bea todo lo que siente aunque muy en el fondo, ella ya lo supiera.

Harper y Caleb no se habían olvidado del pequeño asunto que tenían por resolver pero no era momento aún. Era de ciertos chicos españoles, ese día le pertenecía a ellos, así como toda la atención.

Salió de la ducha con una toalla amarrada a su cintura y se vistió rápidamente para terminar de afinar los últimos detalles con Ethan quién llegaría en cualquier momento.

Harper también les había ayudado bastante, ella no se reuniría con ella, ya que ella era la encargada de hacer que Bea llegase al lugar. Lugar elegido por Ethan, en especifico, el lugar favorito de los dos.

La castaña se había esmerado demasiado en que Bea no se diera cuenta de lo que planeaban. Al siempre ser muy chismosa era demasiado fácil que ella se enterara de las cosas aun si no querías que lo hiciera. Harper la conocía demasiado, sabia cómo hacerle para que no se enterara, estaba agradecida de que por fin fuera el día, sin embargo. No era fácil mantenerle cosas ocultas a ella.

Caleb terminó de preparar las cosas que necesitaban llevar a tiempo. Adele tocó la puerta de su hijo ligeramente indicándole que iba a entrar, asomó su cabeza, haciéndole saber qué Ethan, su mejor amigo, ya había llegado.

—Hijo. Ethan ya está aquí.

—Ya salgo.

Su madre salió del cuarto y cerró la puerta tras ella. Ethan Estaba nervioso, se notaba por como movía sus manos constantemente y como caminaba de un lado para el otro,  cierta chica rubia era la razón de su nerviosismo.

—Te ves muy feliz Ethan— habló Adele.

Ethan con una sonrisa en su rostro se sonrojó y bajó la mirada. —¿Tanto se nota?

—¿Por fin le dirás?

—Si.

—Ya te habías tardado.

Ethan se encogió de hombros. —Ahora me doy cuenta de lo mucho que me gusta esa señorita. Aunque antes lo negara, no puedo hacerlo más.

Caleb salió del cuarto secándose su cabello con una toalla. Su cabello aún goteando.

—¿Listo?

—Si te soy sincero no pero no hay marcha atrás.

—Bien. Vámonos.

Los dos chicos salieron de la casa y se dirigieron al lugar donde todo se llevaría a cabo.

Les tomó mínimo una hora y media en llegar. Al ser un lugar fuera de la ciudad, sin edificios alrededor, solamente arboles y kilómetros de césped al llegar al final de la carretera tuvieron que seguir caminando y dejar estacionado el auto.

—Bien. Pongamos este lugar listo.

Dijo Caleb cuando llegaron al lugar exacto.

Ethan sonrió y asintió. Ese día seria el mejor día de su vida y nada ni nadie podría arruinarlo.

El brillo de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora