Turning Page

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CAPÍTULO IX

¿Se han preguntado cómo sería ese sentimiento de satisfacción absoluta? ¿Cómo sería encontrar lo que llevas tiempo buscando?

Caleb pasaba toda su vida pensando que ese sentimiento lo había encontrado el día que conoció a Leah. Qué había sido de los afortunados en encontrarlo. Pero, ¿Era en verdad así?, comenzaba a dudarlo, y a decir verdad, tenía bastantes razones para hacerlo.

Lo que había pasado esa noche del accidente, era en efecto, algo que ni Caleb se imaginaba. Sí, era cierto que Leah llevaba días, incluso semanas comportándose raro, nunca supo el por qué sin embargo.

El saber la verdad de las cosas es lo que todos buscamos. Caleb no era la excepción, la primera vez que sintió impotencia dentro de el, fue precisamente por no saber la verdad, sin embargo, lo que buscaba no era lo mismo en ese entonces, sus intenciones habían cambiado junto su sentir.

Ya no quería saber la verdad para sumergirse en ella y crearse falsas esperanzas, quería saber la verdad para entender lo que no podía y seguir adelante. Buscar lo que había perdido con Leah, y era la capacidad de calmarse por si mismo, no tener que depender de alguien para hacerlo.

Caleb y Harper se fueron hasta el parque donde todo comenzó, además de darle su espacio a Ethan y Bea, les parecía correcto ir a ese parque que era testigo de tantos secretos y tantos besos. Justo debajo de las estrellas, justo como aquella noche, supo la verdad.

—Bien. Dime Harper, ¿Qué fue lo que realmente pasó esa noche?— dijo Caleb, su voz cortándose.

Harper tomó asiento en el césped en forma de mariposa, esperó a que Caleb hiciese lo mismo.

Suspiró y habló.

—La verdad es Caleb, que el amor cambia, Leah se sentía encadenada, en una caja de cristal. Ya no sabía quien era, tu te habías incrustado tanto en ella, que no podía respirar. Sabía que necesitaba tiempo para ella, así como tu, tiempo para ti, pero también sabía que no había una forma fácil de alejarse, por eso te dijo lo que te dijo, el pánico le ocasionó una mala jugada.— Harper sacó una hoja perfectamente doblada de su pantalón. —Esa misma noche, escribió una carta. Creo que, aquí está lo que llevas buscando.

Caleb agarró la carta, la desdobló.

La hermosa caligrafía de Leah estaba plasmada en el papel y finalmente comenzó a leerla.

Caleb...
Si estas leyendo esto, es porque por fin tuve el coraje de decírtelo. Esta carta, que no hay más que verdad en ella, es mi último adiós.
Quiero que sepas, que jamás dejé o dejaré de amarte, el problema es que no se que quiero de ti, tengo tantas cosas que deseo pero con qué fin, no lo sé. Hay un sinfín de rutas que podría tomar para decírtelo de la manera correcta, pero ¿cuál sería el propósito? Un momento quiero enviarte un carta odiosa, garabateada con ira y rojo ardiente, con la intención de restregarte todo lo que ha cambiado pero no puedo decir y en otro momento quiero enviarte una nota de amor, blanca y exuberante, recordándote las formas en que me duele pero que podremos superar juntos.
En los días lluviosos cuando mis emociones arañan detrás de mis ojos, quiero llamarte y gritar en una rabia frenética, así como cuando el sol se sienta muy por encima de mí en el cielo cerúleo, pálido, quiero agradecerte con calma por existir.
Sin embargo, si dibujaras un mapa de todas las emociones que tengo por ti y todas las formas en que podría tratar de llegar a ti y todas las diferentes palabras que podría decir, verías que todo conduce de nuevo a un verdadero deseo. No quiero nada de ti que está dentro del ámbito de la posibilidad. Lo que realmente quiero es que nada de eso que nos hizo cambiar, hubiese pasado.
Te quiero aquí, a mi lado, pero antes de esto, quiero que vuelva ese Caleb del que me enamoré. No puedo tenerte como eres ahora; te quiero como eras entonces. Quiero tu mano en mis caderas y tus dedos entrelazados con los míos como estaban las cosas. Te quiero envuelto a mi alrededor, nuestras extremidades enredadas, nuestros corazones latiendo en un invierno perdido hace mucho tiempo. Te quiero acurrucado en mi cama bajo sábanas de seda y silenciosos suspiros durante un otoño bien en mi pasado.
Pero, no podemos, hemos cambiado demasiado que el amor pasó a ser dependencia, y no está bien Caleb, Por más que anhele quedarme contigo, no estaría haciéndote ningún bien, solamente estaría alimentando esa sed tuya de necesidad. Así que me siento aquí y me detengo a pensar por los dos en silencio sin la posibilidad de que un arreglo de palabras pudiesen hacernos retroceder en el tiempo.
—Leah.

El brillo de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora