Luna

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Enfrente de ella estaba; no podía dejar de mirar su rostro. Sus ojos estaban cerrados completamente y a pesar de eso, ella podía imaginar su mirada clavada en su alma como una estaca enterrada en lo más profundo de la memoria. Bajo de manera sutil su mirada a sus labios entre cerrados, esos labios que, acompañados de una voz suave la nombraba con la más dulce ternura así como volvía a recordar cada palabra que había escuchado de aquella melodiosa voz. Se acordaba de tantos momentos, de los últimos días a su lado, de los enojos y alegrías que compartieron; de los inolvidables segundos a su lado, como aquellos que nunca llegaran a cumplir.

Ella le llamaba a gritos con la mirada que no se quedara ahí, suplicando con tanta fuerzas que rompiera con esta realidad tan quebradiza y amarga, esperando en cualquier momento que reaccionara, pero pareciera que se hacía de oídos sordos, ignorando todo sollozo y llanto suplicante. Siguió mirando y con sus dientes entre cerrados susurro su nombre, con la furia de mil demonios que solo una mujer es capaz de sacar con cautela, y en seguida le volvió a pedir que se levantara de ahí. Apretó su puño izquierdo mientras volvía a decir su nombre; solo que esta vez su furia se convirtió en vacío tan hondo, escondiendo en su profundidad esa vulnerabilidad que ha dejado descubierta

Ella solo sentía como se ahogaba entre sus pensamientos, sin embargo ya había aprendido a nadar entre la marea alta que producía su memoria. Sabía que solo necesitaba saber el preciso momento para dejar correr los recuerdos sin que la ahogaran quitando el poco aire que le quedaba en su pecho. Mientras tanto ella veía nuevamente su cuerpo, nunca lo había visto así, parecía un bello templo indestructible bajo la brizna de sus lágrimas que salían con la misma facilidad que la primera vez, solo que esta era la quinta que estaba en un funeral en este año.

Esta ocasión fue su abuelita, con quien siempre platicaba de sus penas y alegrías. Nadie lo esperaba más que ella misma, quien sentía como el vacío de la muerte de su hijo le arrancaba las ganas de despertar después de que pasaron 3 semanas exactas de aquella terrible ocasión. Luna sintió la mano de su tío en el hombro interrumpiendo sus reflexiones melancólicas más profundas. Le susurro con un nudo en la garganta y con una voz que apenas sobresalía en medio del silencio abrumador - todavía puedo escuchar su voz...-. Trato de seguir pero parecía que las palabras se iban ahogando lentamente hasta que logro respirar lo más profundo que pudo y continuo -todavía quería entregarte personalmente tu regalo- De uno de los bolsos de su chamara gris y opaca saco una pequeña cajita del tamaño de la palma de su mano. Aun así, ella fijaba su mirada hacia el regalo sin mucho detalle, pero intentando descifra a simple vista su misterioso contenido.

Pensó que talvez podía ser un dije o alguna nota, pero si de algo estaba segura es que nunca se sabe que esperar de lo que le regalaba su abuelita. Conocía a luna mejor que nadie dentro de esa habitación, sabia de sus sueños así como de sus aventuras más alocadas de memoria. La escuchaba sin juzgar , detalladamente , para luego mirar al vacío pensando en algo y después de llegar a la idea que buscaba, con una sonrisa, en seguida abría sus cajones siempre en busca de algún objeto, recuerdo o historia para regalarle a su pequeña Luna. Curiosamente estas anécdotas y objetos siempre le daban un consejo o ánimo para Luna ayudándola a enfrentarse a aquello que le contaba a su abuelita.

Con una sonrisa y mirando la pequeña cajita detallada con flores dibujadas con color plata, agradeció todo lo que su confidente le enseño quedando en deuda con ella por todos aquellos sabios consejo que le mostraba y que Luna solo llegaba a entender justo en el momento en que era hora de usarlos. La curiosidad aumentaba pero en seguida la guardo agradeciendo a su tío abrazándolo con fuerza y por varios minutos para no dejarlo quebrantarse de nuevo. En seguida que termino de abrazarlo los pocos que quedaban en el velorio fueron por un poco de comida después de no haber comido nada desde hace 6 horas.

Su tío siguió al resto, pero Luna quería volver a quedarse un rato con su abuelita, pues sería la última vez que podría confesarle a solas sus pensamientos y vivencias teniendo su cuerpo a lado suyo. Puede que ella ya no estuviera en ese cuerpo acostado, pero Luna no necesitaba que la escuchara para decirle las cosas que en vida que jamás le dijo, pues ella le confeso todo. Solo necesitaba estar un momento más con ella como cualquier otro día cuando la iba ver, solo capturar este último momento para sellarlo en el baúl de sus recuerdos

Memorias de Luna y SolWhere stories live. Discover now