Capitulo 38: ¿Por que?

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-Quizás, si….-Ángel la miro con el ceño fruncido


-No –y ella respondió bruscamente –No tengo nada que hablar con el



 

-Si que tienes –el suspiro –No va a retirar la denuncia, no si no hablas con el



 

-Pues que no la retire –Mireya giro el rostro hacia otro lado –Por mi puede venir un maremoto y llevarse a ambos, a Kevin y a Mark.



 

-Eso lo dices pero no lo piensas –frunció el ceño –Por Mark al menos –se quedo pensativo por un momento –Mark no escucho, escucho todo lo que me contaste. Y tengo que admitir que su reacción fue… yo habría hecho lo mismo. Si descubriera que un… imbécil le hizo eso a la mujer a la que amo…



 

-Pero Mark Cardoni no me ama, Mark Cardoni no ama a nadie –Mireya respondió bruscamente



 

-Está bien, dejo de insistir –Ángel se levanto de su lugar y camino hacia la puerta –solo piensa si realmente no te importa que Mark pase mucho tiempo en la cárcel, porque yo diría que es la intención de Kevin.



 

Mireya se quedo allí sola, parada en mitad de la sala de aquella casa, aquella casa que pertenecía precisamente a Mark Cardoni. ¿Qué debía hacer?



 

-¿Puedo ayudarte? –Robert se acerco a ella despacio



-No, no puedes –se dejo caer en el sillón con la mirada perdida –Nadie puede



-Recuerdo …-Se sentó a su lado, en el filo del sofá –Un día Marcela decidió hacer un bizcocho de limón, Diego se lo pidió –Mireya le observo sin entender nada –Mark se apareció en la cocina y les dio el día libre, probo el bizcocho. –la miro a los ojos –A los dos minutos lo lanzo contra la pared del fondo.



 

-¿Qué me estas queriendo decir Robert? –Mireya lo observaba con tristeza



 

-Nadie mejor que yo sabe lo mal que se porto contigo –suspiro –Pero también pude ver lo que tu lograste en el –sonrió levemente –Me equivoque. Una vez dije que Mark Cardoni te destruiría y  no. Tú has renacido y a él, a él lo has cambiado Mireya. –Tomo su mano y la acaricio con cariño –No te pido que le ayudes por él, sino por ti. Porque la mujer que yo conozco, no podrá vivir tranquila sabiendo que no lo ayudo, aunque no se lo merezca.



 

Y una hora después Mireya se encontraba en la  recepción del hotel donde se alojaba Kevin Jules. Esperaba una respuesta, mientras el recepcionista informaba de su presencia.



 

-Puede subir señorita –el hombre la miro con el ceño fruncido al ver que no reaccionaba -¿Señorita?



 

-¿Qué? Oh, sí –asintió y comenzó a caminar hacia el ascensor.



Las puertas metálicas se abrieron dejándole paso y una vez dentro pulso el botón de la quinta planta. Du dedo permaneció allí, ante el botón, tembloroso, indeciso.  Cuando las puertas se abrieron se sobresalto y se quedo allí parada, mirando el pasillo que había frente a ella, dos mujeres la observaron con el ceño fruncido.

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