-Pictadura 12-

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Finalmente despertó.

Estaba completamente empapada, en plena Puerta del Sol madrileña. Acababa de dejar de llover, y era de madrugada. Había poquísima gente caminando por la calle. Al otro lado de la plaza se podían ver camiones lanzar potentes chorros de agua para limpiar el asfalto.

Se levantó y no supo qué hacer. Recordaba absolutamente todo. Había desaparecido del castillo de La Reina, y había aparecido en aquel lugar extraño, diferente, sucio, oscuro... Aquel lugar con carteles que hablaban de la "Comunidad Autónoma de Madrid", del "Ayuntamiento de Madrid", de la "Casa de Correos de Madrid"...

Todos aquellos carteles hablaban del mismo sitio, de Madrid, pero no era su "Madrid etérico", y en aquel momento lo único que deseaba era volver a verle, a El Mago, y pedirle consejo. 

¿Cómo demonios podría regresar allí, o al castillo de La Reina? Mientras observaba la ciudad se acercó a un escaparate cercano. Con el cristal del local pudo verse reflejada. Era ella, pero no recordaba vestir así, de esa forma tan... diferente. Pantalones vaqueros, jersey de lana, abrigo de pana... Ropa corriente para los habitantes de aquella ciudad, pero demasiado diferente para lo que ella se había acostumbrado a ver en su corto tiempo de vida... ¿Cuántas horas de vida tenía en su memoria? ¿Cinco? ¿Seís? Era surrealista, pero así era su vida, y era la única que tenía. Debía protegerla y quererla tal y como era.

Caminó por la Puerta del Sol dudando qué camino tomar. Las pocas personas que se cruzaron con ella la observaron con detenimiento. Sintiéndose observada, y con el miedo a ser descubierta como "visitante de otro lugar",  corrió hacia la primera calle que tenía a mano. 

Allí, a ambos lados de la calle, centenares de comercios se encontraban cerrados. Al final de la calle unas luces azules mostraban a un coche de policía patrullando. 

De repente, una punzada de dolor le atacó el estómago. Era hambre, y era lógico que lo sintiese. En todo este tiempo de vida no había comido ni bebido nada en absoluto. ¿Sería que en aquel lugar "mágico" el hambre y la sed no tuviesen lugar?

Como si fuera un regalo caído del cielo, sus ojos divisaron un local de comida rápida. Estaba cerrado, pero ver las fotografías de suculentas hambruguesas, patatas fritas y deliciosos helados, salivó como si estuviese a punto de probar bocado.

Ver tal cantidad de comida le hizo marearse. Su primer propósito era ver la forma para regresar al  "Madrid etérico", pero sus instintos pudieron contra la razón, y decidió golpear con violencia la puerta del establecimiento esperando abrirla o romperla.

Pero fue inútil. El cristal era demasiado grueso, y la poca fuerza de sus piernas hizo que fuera imposible entrar adentro.

Las pocas personas que pasaban a su lado le miraban atónitas, extrañados de cómo una chica tan guapa y bien vestida golpease con esa violencia la puerta del establecimiento. "Se tratará de una loca", pensaron varios de ellos.

Por su parte Claudia, con miedo a que diesen una voz de alarma, y teniéndo aún en mente la emboscada que le había tendido La Reina con sus mujeres, escapó del lugar, callejeando un par de calles hasta que se encontró en soledad. Curiosamente se sentía más segura cuando no tenía a nadie alrededor.

De repente, cerca de ella, encontró un establecimiento, una tienda abierta veinticuatro horas. La cuestión de horarios no era algo que comprendiese Claudia, pero sí entendía que en ese lugar había comida y bebida, y sus instintos le decían que entrase allí a sacarse.

Entró con decisión y saludó disimuladamente al dependiente oriental que atendía el establecimiento. Se perdió en los pasillos, mientras una serie de pequeñas cámaras de seguridad vigilaba todos sus movimientos.

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⏰ Last updated: Feb 06, 2013 ⏰

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