Capítulo 8

2.5K 268 168
                                    

Capítulo 8:
Discúlpame

Charlotte

Ni en un millón de años me habría imaginado lo cómico que sería ver a Robin obligar a Everly a beberse una taza de café. Primero la persiguió por toda la cocina de Franklin, tirando unos platos de porcelana y rompiéndolos en cientos de pedacitos pequeños. Después se disculpó con Franklin por romper dichos platos y le juro que se los pagaría, incluso arrodillándose en el suelo, a lo que Franklin solo le respondió que no eran la gran cosa.

Estuvieron otros veinte minutos persiguiéndose, Robin llegó a abrirle la boca a mi mejor amiga solo para poder zamparle el café de golpe y que se le bajara la borrachera. Al final terminaron durmiéndose los dos en el sofá del salón y yo observándolos mientras leía un libro en mi teléfono. Prefería leer en físico pero no estaba en mi casa y no podía irme sin mis amigos.

—¿Siguen dormidos? Ha pasado rato, creí que ya se habían ido—la insoportable presencia de Trace se dió a conocer cuando habló a mis espaldas.

Ni siquiera volteé a verlo, seguía molesta con él por tantas cosas. Se había comportado como un verdadero idiota esta noche, mucho más de lo normal, si es que eso era posible.

—Vine a por algo de comer, tengo muchísimo antojo ¿tú no quieres nada?—me preguntó parándose en el marco de la puerta.

Continúe con lo mío, ignorándolo. Esperaba que con eso fuera lo suficientemente clara, que entendiera que no quería ni verlo.

—¿Estás ignorándome, Charlotte? Bueno, supongo que me lo merezco. ¿Al menos podrías recibirme un sándwich?—se dirigió a la cocina mientras hablaba.

Me permití mirarlo por unos minutos, aprovechando que él no me veía a mí. Vi como sacaba una barra de pan de la alacena, untaba mantequilla de maní y mermelada de fresa sobre esta y servía dos platos. Agaché la cabeza cuando noté que caminaba en mi dirección.

—Aquí tienes, Charlotte, espero que te guste. Dicen por ahí que mis sándwiches son los mejores del pueblo—me entregó el plato y lo tomé entre mis manos.

Trace estaba por irse cuando lo detuve. Si pretendía que con un sándwich estaría todo arreglado se equivocaba, debía costarle más trabajo ganarse mi perdón.

—¿Donde está mi vaso con leche?—cuestioné alzando las cejas.

—¿Qué?—parpadeó confuso.

—Mi padre siempre me da un vaso con leche cuando comemos sándwiches de mantequilla de maní y mermelada. No puedo comerme este sin un vaso con leche—manifesté con seguridad.

Trace relamió sus labios divertido y soltó una pequeña risa. Tuve que mirarlo para creérmelo, el mismísimo Trace Walten se había reído. Había sonreído. Dios mío, es que si no estuviera sobria me costaría creer que sucedió.

—Aveces no eres tan molesta ¿sabías?—agregó volviendo a la cocina y sirviendo un vaso con leche.

Extendí mis manos en busca del precioso líquido pero para mi sorpresa, Trace no se acercó. Lo sostuvo con una mano y con la otra sostuvo su plato, donde aún estaba su sándwich.

—Tendremos que compartirlo, nos hemos quedado sin leche—se encogió de hombros fingiendo estar apenado.

Rodeé los ojos.

Cuidando A Los Walten ©Where stories live. Discover now