El primer día

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Capítulo 2. "El primer día"

Después de la extraña e inesperada aparición de Jack Frost en su vida, Elsa se sentía confundida por su visita, y a la vez enredosa. Tenía un recuerdo muy vago de su amigo de la infancia pero ella no recordaba que Jack fuera tan... tan... no sabía cómo formularlo. Lo que atraía más su atención era que lucía exactamente igual a la mágica figura que recordaba de niña: cabello de un virgen blanco, ojos como el mar profundo, tez pálida e increíbles dientes blanquecinos.

Recordaba historias del mismísimo Jack Frost, el espíritu. Pero era raro que siempre se describiera o mostrara igual, burlando a las leyes del tiempo —de la misma forma en la que siempre se salía con la suya. ¿Pero qué rayos significaba ser un espíritu? ¿Era por ello que Jack no mostraba señales de envejecer?, dejó que su mente divagara por peculiares pensamientos y preguntas mientras seguía recostada en su litera congelada. Pero había una pregunta que simplemente revoloteaba exasperadamente en su cabeza y no se la podía quitar.

¿Por qué se había ido años atrás?

Jack y ella eran buenos amigos, o lo habían sido. Elsa finalmente había tenido un compañero que realmente la comprendía, sus miedos, sus inseguridades respecto a su magia, y le sacaba una sonrisa en cuanto más lo necesitaba. Después de ser separada de su hermana por su incapacidad de controlar su don, Jack la visitaba aún más seguido, lo cual era reconfortante.

Los mejores recuerdos que tenía Elsa a demás de los de Anna, eran los que pasaba con Jack. Por las noches, él se escabullía en su habitación, jugaban a perseguir figurillas de nieve — Jack tenía un privilegiado control sobre sus poderes con los que podía hacer maravillas— , jugaban a la fiesta de té, a la princesa y el troll, a las escondidas, reían cuando Jack congelaba las bebidas de sus profesores y su nana, contaban historias...

Pero era tan distinto ahora.

Si bien Elsa había crecido en todo sentido, había madurado como el retoño de los años, Jack seguía siendo... Jack. Travieso, arrogante, molesto, inmaduro. Antes ella no lo había notado, y eso se había alejado con el olvido de su memoria. Incluso pensó que le agradaba más cuando era pequeña que ahora. Era como si él viviese por su propia cuenta y sus reglas, pero a la vez era nada más y nada menos que un Guardián ¿Cómo es que él tuviese la posibilidad de protegerla si no poseía una pisca de responsabilidad? ¿Qué mal había hecho la Reina para merecerse tal castigo?

Tener un Guardián, eso sonaba extraño. Elsa meditó por un momento el revuelo que su llegada había causado para desequilibrar su balanza; en un instante estaba terminando de construir lo que sería su refugio del mundo para poder pasar tiempo a solas, y de un momento a otro llega un desconocido a tocar su puerta — más bien se invitó a entrar por su cuenta — y a decirle que se hospedaría con ella para serle de "tutor mágico". Su mundo se veía patas para arriba y Elsa se batallaba a sí misma en su cabeza intentando encontrar una obvia y simple solución para organizarla.

Para despertarla de su ensueño, una inesperable bola de nieve le cayó directo en la cara. Menuda forma de empezar el día.

—¿QUÉ RA—?... Oh, Jack, eras tú, ¡CÓMO TE ATREVES! — su rostro se encendió por la furia ante tal descaro.

—¿Cómo amaneciste, Elsa? — La interrumpió el joven que ya estaba despierto y sonriente. Se encontraba parado a los pies de la cama de Elsa, apoyado sobre su bastón. Al parecer llevaba tiempo observándola bajo sus párpados caídos y curiosos.

— No te burles, no es gracioso. — respondió amargamente y frunció el ceño. Encima tenía la osadía de tomarle el pelo y reírse de ello a tempranas horas de la mañana.

The cold of your heart | Jelsa Fanfic [Spanish] *En edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora