3. Celos

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A pesar de los esfuerzos de Hugo para intentar ser notado por su reciente flechazo o "crush", no obtuvo mucho más que una sonrisa de lástima por parte de Ana y la atención de Álvaro solo para hacer su pedido.

No lo comprendía. Él había hecho todo bien. Habían pasado unos días desde que Álvaro iba a la heladería y pedía agua para recibir un gusto completamente diferente de helado que no había pedido y no terminaba por convencerlo.

Aún así, Álvaro admitió a su íntima amiga Ana que se sentía complacido con las atenciones de Hugo y que sus breves charlas con él eran entretenidas.

Volviendo a Hugo, él no estaba teniendo el mejor de sus días: Los celos picaban de manera desagradable bajo su piel después de notar la atención que Álvaro le ponía a ese chico pelirrojo que no le daba ni la hora.

Hugo sabía que el chico pelirrojo se llamaba Juan y seguía enamorado de su ex novia, pero no mucho más. No podía entender qué es lo que veía Álvaro en él.

—¿Sigues enojado porque tu supuesto chico perfecto no te hace caso? —preguntó Carla, una gran amiga y antigua clienta de Hopki-Mooki.

—No estoy... es que... no importa. Hoy le daré limón y mango. El limón es ácido, le gustará y podremos hablar de ello. Quizás incluso escriba mi número en su servilleta.

—Deberías escribir tu número directamente. O pedirle el suyo. No es que tu plan de llenarlo de helado no sea magnífico. —ella puso los ojos en blanco. —pero quizás solo deberías probar un enfoque más directo.

—Creo que lo directo le asusta, solo míralo, acechando a ese tal Juan, mirándolo sin hacer nada desde hace un buen rato.  —suspiró Hugo un poco deprimido. Carla no parecía de mejor ánimo. —¿Qué pasa, Carlita?

—¿A mi? Nada, yo solo... Esteban y yo estamos preocupados por Natalia. 

Hugo parpadeo, recordando la extraña relación amorosa de tres que llevaba su amiga, y preguntándose silenciosamente como es que podía con eso. El no pudo conseguir salir con una sola persona y ella estaba saliendo con dos. No era justo. La vida no era justa. Un nuevo tipo de celos surgió, algo parecido a la envidia, pero lo dejo de lado para poder ayudar a Carla.

—¿Qué pasa con Natalia? 

—Ella dijo que quería probar cosas nuevas. Eso en cualquier relación normal significa que quiere dejarnos. 

—Bueno, para empezar, no hay una relacion normal, cada una es distinta y depende de las personas que la componen y su dinámica, pero incluso si la hubiera, ustedes no entrarían esa categoría. —Carla ni siquiera pudo sentirse ofendida por las palabras de su amigo. —Lo cual no tiene porque ser malo o suponer una desventaja, aún más en este caso, que requiere flexibilidad de pensamiento. ¿Dijo exactamente a que se refería con cosas nuevas?

—Creemos que... creemos que habla de abrir la relación.

—Bueno, compartir no debería ser un problema para ustedes. —bromeó Hugo. 

La castaña lo fulminó con una simple mirada de sus ojos profundos, oscuros y amenazantes. 

—Puedo tener una relación con Esteban y Natalia porque los amo, pero quizás no quiero que se acuesten con otros desconocidos en los que no confío. Y, ¿Acaso Esteban y yo no somos suficiente para ella?

—Bueno... —el chico le sonrió, intentando tranquilizarla. —Eso es algo que los dos deberían hablar con ella. Vengan aquí mañana y con un buen helado y una necesaria charla profunda solucionarán sus problemas. Tu misma me lo dijiste: El dialogo es la piedra angular de toda pareja, o asociación en su caso particular .

—Creo que tienes razón, gracias Hugo... Pero pienso que podrías seguir tu propio consejo y simplemente hablar de forma directa con ese chico que te tiene suspirando por las esquinas.  

—De hecho... —el contuvo el aliento unos segundos antes de suspirar y buscar una servilleta y una lapicera. —Tienes razón. Te haré caso. 

—¡Al fin!— exclamó Carla, observando como su amigo anotaba su numero en la servilleta antes de ir a dejar los helados en la mesa de su enamorado. 

De vainilla & chocolate amargo |✔जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें