2. Flechazo

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Hugo supo que estaba perdido desde el segundo en que vio poner un pie en la heladería al joven bien parecido de cabello y ojos oscuros que parecía desanimado, siguiendo a regañadientes a una chica rubia. Esperó con todas sus fuerzas que la chica no fuera su novia, porque entonces sería bastante deprimente.

Hugo era optimista, pero jamás había tenido buena suerte en el amor. Lo cual, si le preguntas, es bastante irónico, considerando que trabaja en Hopki-mooki, una heladería reconocida por su fama de unir a las personas.

—Quizás es la maldición de trabajar aquí. —pensó en voz alta antes de negar con la cabeza y llenarse de valor para caminar hasta esa mesa.

—¿Que tiene de malo querer estar seguro de algo? Especialmente esto.

—Esta bien estar inseguro. —interrumpió sin pensar, como si se tratara de una charla casual.

Hugo no demoró en tartamudear unas disculpas y sonrojarse. Esperaba realmente no haber ofendido para nada al hermoso cliente. Maldijo su lengua floja.

Por fortuna, al parecer él y su amiga se lo tomaron bastante bien, incluso conversó y bromeó con ellos unos instantes antes de regresar a su puesto de trabajo, listo para hacerlo que prometió: Llevar la especialidad de la casa.

La especialidad resulta ser un espléndido Banana Split con un poco menos de crema y chispas de lo normal, para no abrumar con tanta dulzura al chico que decía no soportar tanto dulce.

"Cambiará de opinión completamente al probar esto. Se enamorará del Banana Split, y si tengo suerte, vendrá de manera frecuente y entonces se enamorará de ." Ese era el improbable flujo de pensamientos de Hugo una vez que se dispuso a dejar las entregas en su mesa.

Puso el plato frente a el chico y sonrió orgulloso.

—No hay nadie que se resista a un Banana Split Hopki-Mookitastico.

—¿Ese es su nombre de verdad?—Hugo asintió orgulloso ante la incrédula interrogante de Álvaro —Bueno, deberían cambiarlo. No solo es largo, si no tonto.

—¡Yo le puse el nombre! —se quejó indignado.

—Bueno, es ridículo, tómatelo como una crítica constructiva...

Ana no pudo evitar reírse ante la estupidez de los chicos. Tuvo el presentimiento de que Hugo y ella se llevarían muy bien.

Y de que Hugo y Álvaro se llevarían muy bien también.

"Nota mental de Ana: Traer más seguido a Hopki-Mooki a Álvaro. Ventajas: Helado gratis. Un posible novio para tu mejor amigo. Helados gratis."

[🍦🍦🍦]

Una chica con la ceja cortada, botas de combate y una actitud decidida entró a su heladería preferida para hablar con un buen amigo, los piercings en sus orejas y en la nariz relucían con cada paso que daba y dos mechas de su cabello teñido de rojo sangre le impedían pasar desapercibido. Su actitud y su forma de vestir y andar ciertamente no eran discretas ni pretendían serlo. Hugo la observó solo una vez que se sentó frente a él.

—Estas asustando a mi clientela.

—¿Hablas de aquellas señoras mayores que la última vez trataron de hacerme un exorcismo? Las asusté tanto que me sorprende que sigan viniendo aquí.

—A mi no me sorprende. Somos la mejor heladería. —presumió Hugo inflando su pecho.

—Como sea. Es divertido molestar a las viejas. ¡Buu! Mira, ¡Una lesbiana! ¡Pecado! ¡Es contagioso, corran!

Hugo empezó a reírse tan fuerte que le dolieron las costillas.

—No seas así. Son anticuadas, no malas, realmente no todas están disgustadas de nosotros. Soy gay y me tratan muy bien.

—Eso es porque no tienes novio.

—La verdad es que no hace falta que me lo recuerdes. —Hugo hizo un puchero.

—Bueno, lo que sea, hablando de amores, estoy pensando en dar un paso más con Juliana.

—¿Un paso más...? Pero ya viven juntas... ¿Te refieres a...? —el joven se quedó sin aliento y luego sonrió de oreja a oreja. —¡Vas a proponerle casamiento! Eso es increíble Bárbara, estoy tan feliz por ustedes, aunque tengo que admitir que no pensaba en ti como alguien de matrimonio...

—¡Wow! ¡Para tu verborrea en este instante! —ordenó ella firmemente. —¿Quién hablo de matrimonio? Dios, no, quiero decir... tal vez algún día, pero todavía somos muy jóvenes.

Hugo, siendo el romántico empedernido que es, se sintió decepcionado por tal admisión, pero se conformó con su "algún día".

—Espera, ¿A que demonios te referías con un dar un paso mas entonces? 

—¡A comprar un hámster, por supuesto! 

—¡Awwww! 

La decepción de Hugo se deshizo tan pronto como escucho que nombraban al roedor. El adoraba las mascotas y aspiraba a tener un cachorro con su pareja, cuando tuviera una. 

—Eso es hermoso, Bar, conociendo a Juliana le encantara la idea y empezara a buscar de inmediato nombres para su futuro pequeño hámster...

Sin embargo, el castaño perdió el hilo conductor de sus palabras al escuchar la campana en la puerta de la heladería, la campana que indicaba el ingreso de alguien al local. Alguien conocido y esperado por el empleado: Álvaro había vuelto, arrastrado por Anna. 

Si hubiera sido un perro, estaría moviendo la cola sin dudas. Observo que ambos tenían una pequeña discusión silenciosa, clavándose puñales con la mirada, y Hugo deseó alguna vez poder comunicarse de manera no verbal con ese lindo chico al que invitaría a una cita en cuanto encuentre el valor para hacerlo. 

—Vaya, de verdad, estas babeando.

—¿Ah?

—¿Cuándo ibas a contarme de tu flechazo con ese nuevo cliente? —susurro Bárbara con diversión, inclinándose hacia el. 

—No entiendo de qué hablas. —mintió Hugo sonrojándose inevitablemente y odiando a su amiga por ser tan malditamente observadora. 

—Espera a que Juli sepa de esto. Insistirá en un plan de acción para que lo conquistes... 

—Oh, pero ya tengo uno. 

Eso llamo la atención de Bar, quien exigió una explicación de dicho plan de inmediato. 

 —Verás, no le gusta realmente el helado. 

—¿Qué demonios hace en una heladería entonces?

—Es aquí donde entro yo, comprometiéndome a presentarle un sabor de helado que lo enamore y por consecuente, se enamore de mi. 

—¿Tu plan es literalmente alimentarlo hasta que caiga rendido a tus pies?—preguntó parpadeando incrédula. 

—Sip. 

—Muy listo, chico, muy listo. 

De vainilla & chocolate amargo |✔Kde žijí příběhy. Začni objevovat