Capítulo 35

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Con tacto empujo la puerta del copiloto

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Con tacto empujo la puerta del copiloto.

―Ten cuidado cuando regreses a casa ―habla mamá desde el interior del vehículo―. Y recuerda que esta noche tienes que hacer la cena. Miriam llegará sobre las siete y cuarto, así que asegúrate de llegar antes.

―Sí, no te preocupes.

Asiente antes de hacer avanzar  el vehículo, unos breves segundos más tarde desaparece en la lejanía. Me perforan la nuca, Kyle no ha parado de observarme en todo el trayecto, tampoco ha pronunciado palabra desde que salimos del instituto.

―Si hay algo que quieras decirme, hazlo por favor. No soporto que me sigas mirando de esa manera.

―Ya he dicho todo lo que tenía que decir, y no me has hecho caso.

El aire sale de mis pulmones en un sonoro suspiro. No he prestado mucha atención en clase estos días por la absurda situación que estoy viviendo,  sino logro concentrarme, mamá se dará cuenta de que algo no va bien, y eso solo haría que las cosas empeoren todavía más.

Necesito con urgencia esta sesión de estudio.

Avanzo por el camino de cemento hasta el porche de la casa, presiono el timbre y me dispongo a esperar. No transcurre mucho tiempo hasta que alguien abre la puerta.

―Elizabeth, un gusto volver a verte. ―La madre de los mellizos me recibe con una amigable sonrisa―. Pasa, Henry está en su habitación.

Por el rabillo del ojo me percato de como la mujer casi le cierra la puerta en las narices a Kyle, presiono mis labios con fuerza para contener la sonrisa, ganándome una mirada para nada amigable de su parte.

Subo las escaleras escuchando detrás de mí palabras para nada halagadoras.

―Adelante tú ríete, pero recuerda que el que ríe último, ríe mejor.

Un incómodo cosquilleo surge de mis entrañas. Creo que no debería perderlo de vista en ningún momento. No puedo pasar por alto lo que podría llegar a hacer.

Al llegar al cuarto de Henry, me invita a pasar amablemente; Kyle me sigue de cerca.

―¿Quieres algo de beber? ―Agarra una de las sillas frente a su escritorio, invitándome.

―No, gracias. ―Dejo mi mochila en el suelo antes de tomar asiento―. Estoy bien.

Por el rabillo del ojo veo a Kyle acomodarse en la cama. Sus labios se mueven de forma juguetona mientras me observa con atención.

"Cuidado"

Frunzo el ceño. No comprendo que es lo que se trae entre manos, no antes de que mi trasero golpee el suelo de parqué. El sonido de su carcajada llena la habitación, mis mejillas arden de la ira.

―¿Estás bien? ―Henry extiende su mano.

―Soy una patosa. ―Rio nerviosa y acepto su ayuda. Me escuece la espalda―. No te preocupes, estoy bien.

¿Qué le ha pasado a mi gato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora