4: Secreto de hermanos. Parte 1

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10 de enero de 2003.

El viernes por la tarde, Amanda y yo jugábamos a la pelota en el jardín delantero de la casa. La verdad, siempre fui malo para el fútbol, aunque no tanto como Bruno. Prefiero leer o encender una consola de video juegos mil veces. Sin embargo, mi hermanita insistía. De algún modo, se había ilusionado con que tener un hermano varón significaba que iba a contar con alguien para hacer unos pases. Y no quería decepcionarla. Bastante complicado era conocernos así de la nada y yo buscaba que creáramos un vínculo.

Armamos dos arcos delimitados por piedras y troncos y empezamos a patear. La chica se dio cuenta rápido de que no era muy bueno. Igual me esforcé por hacérsela difícil, aunque me metió varios goles.

—Voy a tener que enseñarte bastante —me dijo un rato después y nos reímos, mientras caminábamos hacia la casa.

Todavía faltaba un rato para que nuestra madre llegara e íbamos a esperarla merendando. No me podía quedar mucho porque había quedado en ver a Bruno a la noche.

—¿Che y tu papá? —le pregunté, mientas abría la heladera y sacaba la comida.

Hasta ese momento había esperando que mi madre me explicara con quién había tenido a mi hermana, pero no había dicho ni una palabra. Así que quería aprovechar que estaba solo con Amanda para sacarle información.

—Murió hace un par de años —explicó mi hermanita con sequedad, mientras ponía unas rodajas de pan en la tostadora—. Lo mató un monstruo en una misión en Santa Cruz. No me acuerdo bien, era muy chica. Yo no estaba con ellos cuando pasó.

—Lo siento mucho —afirmé.

Puse el agua a calentar, mientras ella se preparaba una chocolatada.

—¿Por qué no intentaron darte los poderes del ángel a vos? —consulté—. ¿Por qué quieren hacerlo conmigo?

—Dijeron que mi energía era menos compatible. No sé, algo que vieron con astrología y en mi aura —expresó, encogiéndose de hombros y mirando hacia el piso.

—Ah. ¿Y no podés hacer magia, como ellos?

—Lo intenté, pero se sintió horrible. Mamá dice que es porque todavía soy muy chica. Una vez probé con la magia yalten antigua y percibí algo, aunque tampoco logré hacerla funcionar.

—¿Magia yalten antigua? —En ese momento el agua hirvió y me hice un té—. ¿Qué es eso?

Amanda abrió bien los ojos.

—No le digas que te hablé de eso.

—Olvidate. Secreto de hermanos —le guiñé un ojo y le extendí una mano. La chocó con la suya, riendo, y se relajó—. Igual, ahora contame. —Insistí. Necesitaba saber más sobre los yaltens—. ¿Qué es eso de una magia antigua?

Nos sentamos a la mesa del comedor, llevando nuestras bebidas, también una bandeja con las tostadas y frascos de mermelada.

—Esos triángulos, círculos y cruces que viste en los textos de las vitrinas de abajo son sigilos de la magia original de los yaltens —me explicó, empezando a untar una tostada—. La que provino del santo que fundó la orden de magos. Los sigilos que tienen forma de insectos son de una magia distinta, que los yaltens como mamá y los fundadores de la ciudad crearon con sus experimentos. Los que abandonaron la orden hace como diez años, decían que era una magia corrupta. Cuando empezaron usarla, la magia original dejó de funcionar.

—¿Y qué onda esa magia original? ¿Qué tenía de distinto?

—Como dice la leyenda, servía principalmente para exorcizar; expulsar los demonios de las personas y los ambientes y mandarlos al Infierno. También para luchar contra ellos, si es que tenían cuerpos físicos. —Sonrío emocionada—. Cuando dejó de funcionar, los yaltens adaptaron la magia nueva, que usaban en sus exploraciones del universo, para luchar contra los demonios y otros enemigos. No es muy efectiva para exorcizar, pero sí para el combate cuerpo a cuerpo —aseguró, encogiéndose de hombros.

—¿Y vos dijiste que sentiste algo con la magia original?

—Sí, pero unos cosquilleos nomás. Los sigilos fueron transcriptos de los diarios originales que viste en las vitrinas, a los libros que están en los estantes de la cámara secreta —continuó—. Los yaltens los estudian seguido, pero no consiguen nada.

—¿Qué pensás de lo buscan lograr conmigo? ¿Esos poderes que quieren darme?

—¡Es algo genial! Vas a tener habilidades increíbles. Mucho mejores que las de los yaltens. Ojalá funcionara conmigo —afirmó, dando unos puñetazos en el aire—. Lo que más quisiera es ser un arcano y defender a la ciudad de los monstruos.

Sonreí, antes de darle una mordida a una de las tostadas que preparó. Aunque seguía con miedo, ver que Amanda se hallaba tan emocionada como yo, o incluso más, me animaba.

Los yaltens establecieron que, si es digna, una persona puede decidir su destino mágico a partir de los catorce años, la edad que yo tenía en ese momento, y mi padre no podía poner objeciones. Por supuesto que él no sabía que iban a darme los poderes de un ángel. Creía que solo me estaban enseñando lo básico de la magia yalten.

Su opinión y sus miedos no me importaban. No iba a dejar que nada se interpusiera en mi sueño de tener poderes. Sin embargo, en algún lugar de mi interior rondaba la sensación de que quizás iba a terminar pagándolo muy caro.

Somos Arcanos 3: El Fantasma de Costa SantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora