Capítulo 5

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El sonido de platos estrellarse contra el lavadero me hicieron abrir los ojos.

Ya era de mañana y estaba en mi pieza. ¿Como había llegado ahí? ¿Y por qué estaba completamente vestida?

El sonido vino otra vez y me asusté.

—¿Quién será?

Me puse de pie algo mareada, me puse mis pantuflas de leopardo y luego de estirarme, salí al encuentro de la persona misteriosa.

Mientras me acercaba a la cocina escuché que esta vez un vaso se estrellaba contra el suelo.

¿Qué mierda?

—¿Hola?

Me metí en la cocina y me encontré de frente con... ¿Bradley?

—Buenos dias, Nicole. Siento tanto ruido, pero no soy muy bueno para esto.

Miré alrededor. Tenía un verdadero desastre e intentaba preparar desayuno.

Me reí y me metí a ayudarlo.

—Sientate, te hice el desayuno.

—¿Por qué estas aquí? —pregunté mientras me sentaba.

Se encogió de hombros y me acercó un vaso de jugo de naranja.

—Era muy tarde para irme. Dormí en el sofá, ¿no te molesta, verdad?

Negué con la cabeza y le di un sorbo a mi jugo. Le faltaba azucar.

—Te debo una disculpa —murmuré avergonzada.

Brad se sentó a mi lado y suspiró.

—No te preocupes, nena. No sabías, no es tu culpa.

Asentí y le di un mordisco a mi sandwich. No estaba tan malo como el jugo.

—De corazón te pido perdón. No debería haberme lanzado sobre ti. Comprendo que fue un momento muy incómo tanto para mi como para ti. Lo siento.

Brad puso su mano en mi espalda y comenzó a sobarme.

—No quiero que lo sucedido pueda matar una posible amistad —murmuró.

Di un nuevo sorbo a mi jugo y asentí.

—Me encantaría ser tu amiga. No tengo muchos amigos hombres.

—¿Por qué será? —preguntó sarcastico. Ambos comenzamos a reirnos. La incomodidad se había ido casi por completo.

—Anoche estaba muy ebria —me reí.

—Demasiado —concordó.

Nos quedamos en silencio por un momento mientras terminabamos nuestros desayunos.

—Podríamos salir para conocernos más, digo, una salida de amigos. Quizás a un club, no sé.

Bradley aceptó encantado.

—Tengo que hacer unos tramites en la semana, ¿te parece el próximo viernes? —preguntó sonriéndome.

Vaya... ya que era domingo, tendría que esperar una semana casi completa para volver a verlo.

—Genial. El próximo viernes entonces. 

Se disculpó y se puso de pie. Tenía que irse. Nos despedimos y salió de mi apartamento.

Todo había quedado en orden. Mi humillación había quedado olvidada y sería amiga del hombre que aún me gustaba. El hombre que era gay.

***

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